En menos de un mes las diferentes plataformas se han movilizado y organizado conferencias de información por los pueblos de la Tierra de Tábara, han intervenido ante los medios de comunicación y reunido 10.000 firmas con las que elevar su indignación a las diferentes autoridades locales, provinciales y regionales que, en una burda imitación de la política de la Sra. Thatcher, nos vienen con la monserga de la TINA (There Is No Alternative/No hay alternativa).

"Tina", nos lanza quien menos debería hacerlo, el señor Donaciano Dujo, presidente de Asaja, asociación de jóvenes agricultores.

Sepa, señor Dujo, que entre 1999 y 2013, debido a la instalación de este tipo de granjas, han desaparecido más de 130.000 explotaciones familiares y unos 300.000 puestos de trabajo. Estas macrogranjas no contribuyen en nada a desarrollar la agricultura local, nacional o europea, ya que los piensos para estas empresas se elaboran con soja transgénica. Su cultivo ha requerido la destrucción de ingentes superficies de selva amazónica, con la expulsión de las poblaciones indígenas a culetazos y, cuando era necesario para estas empresas sin escrúpulos, recurriendo al envenenamiento de las aguas y al asesinato de los líderes campesinos.

Así entonces, por arte de birlibirloque, un supuesto defensor de los agricultores apoya a los que asesinan campesinos.

"Tina", nos cantan en coro los representantes de las autoridades locales y regionales, encabezados por el señor delegado de la Junta de Castilla y León, que nos salmodia que se han seguido a rajatabla los procedimientos de la Junta y de la Unión Europea.

Permita que lo impugne, señor delegado, ya que, hoy mismo, no se cumple la legislación sobre esparcimiento de purines: se sigue haciendo a manguerazos, sin ningún registro ni control. Ninguna actividad que cumpla la ley, dice usted, se puede tumbar por gustos, opiniones o sensibilidades. Permítanos discrepar. A usted le gusta seguramente vivir en una megapocilga, echarse cada miércoles un chapuzón en una fosa de purines y pensar que criar a unos pobres animales en unos campos de concentración y cortarles el rabo, desdentarlos, atiborrarlos de tranquilizantes y antibióticos es el más de los mases, pero lamento decirle que no todos compartimos sus gustos exquisitos.

"Tina", dice compungido el periodista de la opinión, que si sí, que si no, que si no sabe pero que termina aceptando las macrogranjas porque "no hay alternativa, hay que aceptarlas porque no hay otras iniciativas". Salga de su cómoda oficina, señor periodista, vaya a Santa Eulalia de Tábara y vea lo que han hecho sus vecinos sin la ayuda de nadie: un museo arqueológico, una casa cultural que puede ser la envidia de ciudades mucho más populosas, una asociación cultural afanosa que organiza y financia unas fiestas que le hacen caer la baba a todos los belgas que invito a mi casa desde hace más de diez años y que, cada verano, me obliga a tener que decir que no tengo sitio para todos y que quizás el próximo año sí los pueda recibir en casa.

Pregúntese usted por qué el Ayuntamiento de Albacete ha tomado esta semana medidas contra la implantación de macrogranjas porcinas en el término municipal de Albacete capital por - declaran - el alto poder contaminante en el agua y el suelo y los problemas para salud debido al uso de antibióticos, malos olores y empobrecimiento de las zonas rurales donde se instalan.

Hay alternativas. Vaya y vea a Santa Eulalia y cuente las casas nuevas que la desidia de las autoridades va a desvalorizar irremediablemente. Hable un rato con Marcelo, el suizo melómano y viajero, que con su compañera lugareña ha invertido una fortuna para restaurar una casa de adobe y tapia. Vea el frontón, el club de petanca y el parque infantil y, después, dígale que no hay alternativas a toda la gente que vive allí todo el año y a aquellos que ya en la tercera generación de emigrantes vuelven empecinadamente a su pueblo. Suba la calle de la Cuesta hasta la de Valorio y deténgase en el número 7 y observe los acolchados y las balas de paja: son el embrión de una microgranja de permacultura. Serán los jardines del ángel, una huerta sobre balas de paja (los Straw Bale Gardens, como los llaman en Estados Unidos, de donde provienen); un método de cultivo que regenera la tierra, ahorra agua, es mucho más productivo y menos exigente en capital, maquinaria y abonos que la agricultura industrial. De paso, contemple los caballos de Don Basilio y, si las gallinas de Laudelina andan sueltas, no las moleste, se merecen respeto. Sus huevos son eso: huevos de gallina libre y feliz.

No nos digan que no hay alternativas.

Bien es verdad que desde hace 60 años han decretado la muerte de estas tierras: nos quitaron las vegas para construir represas eléctricas que desarrollan otras regiones, sus gentes tuvieron que emigrar por esos mundos de Dios y se perdió lo más valioso: el capital humano. En nuestras colinas están sembradas eólicas cuyo tendido eléctrico desfigura nuestros horizontes para beneficio de otros y, hoy, sin que aún estemos muertos, nos quieren enterrar bajo ríos de estiércol, envenenando nuestras aguas y quemando las tierras con la ayuda de unos oportunistas y de unos incautos que piensan que les están haciendo un regalo. Cuando se vayan con todo el beneficio sólo nos quedará estiércol y desolación.

Nos veremos obligados a reparar las infraestructuras que hayan destrozado y el agua potable la tendremos que hacer venir con camiones cisterna. Ya no serán campos de amaranto porque los roedores camparán a sus anchas...

Si tuviera que escoger una conclusión para esta filípica, la titularía "Los hijos de Viriato". Un Viriato que tras más de 2.000 años sabe que Roma, como todos los imperios políticos o económicos, paga muy bien a los traidores.

Por eso, les presentaremos batalla en todos los frentes: locales, regionales, nacionales y europeos. Como demócratas, nos presentaremos contra ustedes en todas las elecciones. En esta provincia del noroeste olvidada y menospreciada se han levantado sus gentes y han gritado "NO". Hemos dejado de ser sumisos sujetos. Somos ciudadanos y pondremos las cosas en su sitio.