En una Zamora que se queda solitariamente sola, que pierde lo poco que tiene y a la que se han empeñado en darle la espalda, es estar de enhorabuena saber a ciencia cierta que, desde el próximo mayo, nuestra ciudad contará con el demandado "tren madrugador". La ciudad que tiene tren, tiene futuro, tiene vida, tiene esperanza. Los zamoranos son poco luchadores, se dejan llevar por la inercia de la nada y eso no conviene a los intereses colectivos de los habitantes de esta ciudad.

La iniciativa de la presidenta de la Diputación, Maite Martín Pozo, que se reunió con los responsables de Renfe a los que consiguió convencer, porque se lo curró a fondo, con argumentos, sin dejar nada al albur, y el último movimiento realizado con el ministro de Fomento por el coordinador general del Partido Popular, Fernando Martínez Maíllo, han sido decisivos para que ese anhelo que compartimos tantos zamoranos, tenga por fin fecha. A cada uno hay que darle lo suyo. Y cuando un interés común se gestiona bien hay que reconocerlo.

Para muchos zamoranos, la intervención de ambos políticos ha sido decisiva. También es verdad que los zamoranos nos hemos movido, cada uno en la medida de nuestras posibilidades, para solicitar lo que ya podemos considerar una realidad que nos va a venir muy bien a todos. Tanto en la ida a Madrid como en la vuelta a Zamora con ese tren que partirá de Chamartín a las 20:00 horas.

Tenemos que reconocer que el tren es una herramienta más de nuestro trabajo para quienes en verdad lo necesitamos. Acortar los tiempos es fundamental, eso a pesar de los retrasos en las llegadas, que no en las salidas de la capital zamorana. Además, podemos decir que el tren madrugador será sólo "nuestro" y no compartido con Galicia, como casi todo. Nos lo han puesto en bandeja por lo que hay que estar doblemente agradecidos y no por una cuestión servil, sino porque es de bien nacidos ser agradecidos. Tampoco nos tiene que resultar abochornante decirle a un político gracias, sea de las siglas que sea, cuando hace bien su trabajo.

En este caso se ha actuado, se ha hecho bien y hay que reconocerlo. Estamos acostumbrados a ver cómo desaparecen nuestros sueños, quedándonos a verlas venir. Así ha venido siendo secularmente. Pero mire por donde, en esto del tren madrugador, lo hemos conseguido. Cuando se pone voluntad, cuando se aúnan esfuerzos, cuando se lucha por el bien común, cuando se arrima el hombro, cuando se tiene fe, los objetivos se alcanzan. Recuerdo que tras su vista a Renfe, le pregunté a la presidenta de la Diputación si teníamos posibilidades. "Todas", me contesto. "Habrá tren. Se bien de lo que hablo y el grado de convencimiento empleado". Así ha sido. Estamos de enhorabuena.