Estos de Junts per Cat que antes se llamaron de otras dos o tres formas diferentes, siguen en sus trece con la unilateralidad de la independencia de Cataluña y empecinados en la investidura de un prófugo de la Justicia, Puigdemont, el político más satirizado de todos los tiempos. El político que, por cierto, ha hecho resucitar a Franco en WhatsApp y en las redes sociales. No han entendido nada y, lo más grave, no caen en la cuenta del embarque en el que los ha metido Puigdemont. Los ha dejado solos a su suerte mientras él ha puso pies en polvorosa incapaz de enfrentarse a la realidad carcelaria que le espera no ya a un desleal con el Estado español del que ha estado mamando, que también, sino a un secesionista. Y la secesión es delito aquí, en cualquier país democrático y nada digo en Venezuela, Corea del Norte o Cuba, donde a los secesionistas les meten un tiro en la frente.

No tienen candidato alternativo, como debiera ser su obligación y se agarran a Puigdemont como si de un clavo ardiendo se tratara. Se van a abrasar la mano pero eso parece no importarles, con una cura de urgencia al cabo de la calle. Están presos de una paranoia preocupante. Que un conseller, por muy Rull que se apellide se atreva a asegurar que la investidura de Puchito "es viable, legal, legítimo y en una legalidad basada en la Constitución y en el Estatut" es interpretar la Constitución y el Estatut. Esta gente se ha venido pasando la Constitución por el forro de sus catalanes pantalones. Y ahora, de repente, apelan a ella como si una tabla de salvación fuera. Si aplicamos la Constitución a este asunto, Puchito tiene que ir a la cárcel nada más pisar suelo español.

Lo de Bélgica les tiene que estar saliendo por un pico. Pagan los catalanes, los que están de acuerdo con la situación y los que no. Lo que me preocupa es esa desafección de los que pagan, sabiendo como todos sabemos que para un catalán "la pela" es lo más importante. Anteponen las vacaciones prolongadas del candidato en Bruselas a la pela. Me mosquea, y mucho. Ahora, lo que ya es de juzgado de guardia y al Juzgado pretenden llevarlo, es que Junts per Cat se estén planteando presentar una querella criminal contra el Consejo de Ministros que, cuando esto escribo, tenía intención de recurrir ante el Tribunal Constitucional la propuesta para la investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat.

Si cada vez que han pitado el Himno de España, si cada vez que han quemado una bandera de España y un retrato del Rey o del presidente del Gobierno, las instancias pertinentes hubieran presentado una querella criminar contra los cachorros de las distintas formaciones políticas catalanas, Omnium Cultural ANC y demás especies acogidas a la subvención de la Generalitat, posiblemente ahora no estaríamos hablando de esto, ni se habría llegado a esta situación. La flaqueza de los distintos gobiernos del PP y el Psoe, la excesiva tolerancia y la 'desamortización' sufrida de estructuras del Estado en Cataluña, han posibilitado ese estado de cosas.

Afortunadamente los del Junts, se han unido, sí, pero están juntos por nada. Eso es lo que tienen entre sus manos a pesar de su insistencia.