Los colapsos por saturación experimentados en los puentes festivos de las pasadas fechas navideñas ha traído como lógica y justa consecuencia la queja y la protesta de los pacientes y de los profesionales de la medicina por el mal funcionamiento del sistema de la sanidad pública que por falta de previsión, de medios, recortados, y de una gestión más eficiente está llegando a bajar su nivel hasta unos extremos alarmantes, por más que se insista en que la gente está contenta con la atención que recibe, que las listas de espera van bajando y otras afirmaciones que no son ciertas, como los médicos, las enfermeras, el personal auxiliar, los enfermos y sus familiares saben de sobra.

Para el sábado que viene esta anunciada en Valladolid una movilización organizada por la plataforma en favor de la sanidad pública, a la que respaldarán todos los partidos, menos el PP, claro. El PSOE ha sido el más beligerante, presentando un duro manifiesto al respecto y acusando al presidente de la Junta y al consejero del área de salud de una demolición del sistema, mintiendo sobre las listas de espera y asfixiando la atención primaria en el medio rural de toda la comunidad. "Es peligroso ponerse enfermo en Castilla y León", concluye el manifiesto. Y aunque no se puede ocultar su posición política de partido en la oposición, tampoco deja de ser verdad que esgrime razones auténticas.

Así no se puede seguir, desde luego, y en las próximas elecciones regionales, el PP que se salvó de una posible defenestración gracias a la mano amiga y generosa de Cs, puede, muy probablemente, dar fin a su mandato de décadas en la comunidad. Es que da la impresión que sus dirigentes no se enteran de lo que ocurre en los hospitales, en los centros de salud, en los servicios de urgencias. Solo reaccionan cuando ya es tarde, como pasa con la gripe. Los sanitarios se sienten abrumados ante las imposiciones políticas, a veces fuera de la razón médica más elemental, y lo mismo ocurre con los pacientes, víctimas de una situación fallida. Si alguna vez la sanidad publica tuvo un marchamo de categoría, que sí, hoy no la tiene, digan lo que digan sus propias encuestas. Hace poco, la sanidad privada se ofreció para llegar a un acuerdo y poner a cero el contador de las esperas, pero nadie aceptó, alegando su costo, pese a los despilfarros autonómicos, pues en realidad lo que se quiso evitar era quedar en evidencia.

Por internet está circulando la tremenda carta de una médico de familia y de urgencias en Madrid, que se ve atrapada y angustiada por el modo en que se ve obligada a desarrollar su profesión, que ama y que quiere seguir ejerciendo pero con dignidad, precisa textualmente. Tras regresar de una guardia con récords de asistencia confiesa que le duelen las piernas pero que sobre todo la duele el alma: esperas de siete horas para ser atendidos, falta de camillas, carencia de recursos desde hace mucho tiempo que se agudizó con la crisis. Una sensación de impotencia. Y una acusación contra los políticos y su ineficiencia reiterada y culpable por error u omisión. Hace un repaso a la situación general en que se desarrolla su trabajo y aconseja a todos hacer autocrítica y unirse para ayudar a solucionar el problema.