No empeorar no significa necesariamente estar mejor. Dicho de otro modo, quedarse igual cuando la situación no es buena no es motivo para el brindis. Este es el análisis que retrata el pulso actual del Campus Viriato, que ha pasado de catalizar la más firme reivindicación de los zamoranos hace ahora 27 años, a sumirse definitivamente en la irrelevancia. El reciente anuncio del compromiso del nuevo rector, Ricardo Rivero, de "mantener las actuales titulaciones" no mitiga en absoluto las dudas sobre el futuro del centro universitario zamorano. Aplicando una sencilla ley empresarial, quien no crece está condenado a la extinción. Para entender la encrucijada desde un punto de vista más global, basta constatar que en la comunidad universitaria de Salamanca no se habla de Zamora.

El propio rector afirmaba esta misma semana en su visita a la ciudad que la USAL daba por superados los "momentos críticos" asociados a la aún inacabada crisis económica. Un periodo en el que la Universidad ha concentrado todo su oxígeno en salvarse a sí misma, una realidad que ha dejado en segundo -sino en tercer- plano a los llamados "campus periféricos", denominación que Zamora comparte con Ávila y Béjar.

En las últimas semanas, la provincia acumula una interminable sangría de datos negativos que hacen referencia a la despoblación, el desempleo y la falta de oportunidades entre los jóvenes. Un deterioro que, más allá de las estadísticas, se palpa entre los ciudadanos, con una preocupante pérdida de alegría en tradicionales motores económicos como el comercio o algo aún más evidente: nuestras calles se vacían. Entretanto, las redes sociales aglutinan todo ese descontento, cuando no el hartazgo por la situación, reclamando la iniciativa política y la apuesta empresarial por la provincia. Pero cierto es también que el potencial papel del Campus Viriato apenas si aparece citado. Como si no existiera -no se vislumbrara- confianza suficiente en su capacidad para revertir la situación.

Entre la comunidad universitaria, habitualmente se habla de los "polos", la singularidad que define a un centro universitario. Por su naturaleza, Zamora debe convertirse en un "polo" de las ingenierías, lo cual pasa necesariamente por hacer más diversa la oferta formativa y ensanchar el camino para la investigación, apuesta que va aparejada a la inversión económica en nuevos medios. En otras palabras, que Zamora sea un destino suficientemente atractivo para los estudiantes, que vean en la ciudad una oportunidad para su formación y su futuro como estudiantes y como personas. Por su parte, la mencionada investigación debe cristalizar, al menos en parte, en proyectos reales que finalmente generen la buscada plusvalía económica.

Lo más positivo para el futuro de Zamora parte del conocimiento -y reconocimiento- de la situación por parte del nuevo rector. De hecho, Ricardo Rivero ha propugnado el "abandono" de los campus periféricos como uno de sus argumentos de campaña. Ya en el cargo, es el momento de comenzar a aplicar los remedios comprometidos para revertir esta realidad. El rejuvenecimiento de la plantilla de profesores, mejores condiciones para los docentes que se desplacen a la ciudad, la creación de dobles títulos, el reconocimiento de Zamora como realidad de la USAL en las políticas de promoción a través de Internet, la mejora de instalaciones como la escuela de Relaciones Laborales, mayores recursos para la promoción de las titulaciones entre los centros preuniversitarios y alicientes para que los estudiantes participen también de la sugerente vida universitaria salmantina son algunas de las recetas anunciadas por Rivero.

Precisamente, Salamanca -cuyo medio rural también padece los males de la despoblación- ha logrado contener el éxodo gracias al atractivo de su universidad. Mientras la marca USAL sigue siendo atractiva para alumnos del exterior -particularmente en especialidades como Medicina- Zamora apenas se beneficia del brillo del escudo de una institución con ocho siglos de vida. Pero, ¿por qué no puede ser Zamora un lugar atractivo para la etapa universitaria de los jóvenes? El tamaño y la escala de la capital tampoco son la excusa que limite su expansión. No en vano, la Universidad de Santiago, un centro de discreto tamaño, suele aparecer en las listas de las mejores instituciones educativas españolas.

La USAL debe, en definitiva, hacer visible Zamora como parte de su oferta universitaria, en tanto que las instituciones locales han de implicarse con decisión en el apoyo a la acción formativa con sus medios. Pero también es el tiempo de fortalecer la confianza social en el Campus Viriato, un logro de toda la ciudadanía zamorana, con capacidad para mejorar las perspectivas futuras, que por ninguna razón puede correr el riesgo de pasar de la irrelevancia a la inexistencia.