Transcurrido casi un mes desde las elecciones en Cataluña (saldado con el triunfo, en escaños, del bloque independentista, pese al primer lugar de los Ciudadanos de Inés Arrimadas), persisten las incógnitas sobre cómo se desarrollará la legislatura. Aunque se atisban signos de lo que puede suceder, con un único factor imprevisible: el de Carles Puigdemont, ganador en el sector secesionista y condicionante de los pasos de los próximos días.

Por de pronto, ya pactó con Marta Rovira, secretaria general de Esquerra Republicana, la articulación de una Mesa del Parlament que refleje la mayoría del independentismo. Más difícil es, en cambio, que se materialice el gran objetivo de Puigdemont: ser elegido como presidente de la Generalitat por vía telemática.

Para ello (y oídos los letrados de la cámara catalana), buscaría forzar el reglamento para una elección en ese sentido, algo que rechazan la oposición constitucionalista? y sus socios de ERC, que no desean forzar convulsiones en esta etapa y aparecen como la fuerza moderada, dentro del secesionismo.

Con este panorama (y ante las presiones de un sector del independentismo, que quiere evitar la repetición de las elecciones), una hipótesis a barajar es que Puigdemont podría avenirse a la formación de un gobierno "técnico" (hipótesis sugerida por el exconseller y prestigioso economista Andreu Mas-Colell), mientras el liderazgo político-simbólico de la Generalitat permanecería en Bruselas.

Para presidirlo, entrarían nombres como Elsa Artadi, diputada y directora de campaña de Junts per Catalunya, persona de confianza de Puigdemont (y, curiosamente, también de Mas-Colell). No obstante, es aconsejable esperar hasta el último momento, dada la imprevisibilidad de movimientos a la que nos tiene acostumbrados el último presidente catalán.