Iniciado el año nuevo y como aquí el que no corre, vuela, los partidos y sus líderes toman ya posiciones sin pérdida de tiempo de cara al futuro que viene, el que hay que dar por seguro como ocurre con las elecciones municipales y regionales de 2.019 y el probable, dada la situación del adelantamiento antes que termine la legislatura, de las generales. Primeros pasos, por ese lado, y por el otro, el eterno problema de Cataluña con la patente falta de entendimiento de los movimientos separatistas para formar el Parlament y el Govern, con más desacuerdos que acuerdo todavía, y con un panorama jurídico muy oscuro por delante, tanto que ya se vuelve a hablar de repetir comicios.

Ante el Supremo, mientras, los Jordis, que son como el don Pepito y el don José del catalanismo más folclórico y cerril, han renegado de la vía unilateral y acatado la ley y el 155. Y Forcadell, la ex presidenta del Parlament, otra que tal, ha renunciado a cualquier posible cargo para no exponerse a las consecuencias, dado que otorgó al juez su palabra de respeto a la Constitución. Queda solo y aislado el peripatético Puigdemont que quiere gobernar desde Bruselas con el mando a distancia, por internet, algo que todos, desde los propios secesionistas, hasta el Gobierno de la nación, rechazan de modo rotundo por imposible, ilegal y chusco. Este pobre hombre, porque eso es lo que es, ha perdido toda perspectiva y vive no ya fuera de España sino de la realidad. De modo que todo está aun por resolver entre la mayoría independentista sumida en un profundo caos.

Otro foco se ha centrado en la propuesta de Sanchez, el secretario general del PSOE, que inicia su propia campaña proponiendo un impuesto especial a la banca para pagar las pensiones. Demagogia simplona, ya propuesta por Podemos, porque, además, ese impuesto acabarían pagándolo no los bancos, sino sus clientes, a través de comisiones y otros muchos cobros más o menos subrepticios, que menudos son los bancos. Pero es que no solo eso, porque también habrían de subir las cotizaciones, lo mismo por parte de las empresas que los trabajadores.Un chollo, vamos. Y al final, con todo ello ni siquiera sería suficiente y habría que echar mano de los presupuestos del Estado, que es lo que acabaran haciendo unos u otros, con lo que ello supone. Este Sánchez revivido se aleja de la socialdemocracia y parece caminar hacia los senderos que dejó trillados el tan nefasto Zapatero. Está por ver que los socialistas remonten en venideras citas con las urnas y menos con el auge tomado por Rivera con Cs.

La otra izquierda, la radical, se mueve, igualmente. Garzón, el de IU, quiere firmar acuerdos con Iglesias, el de Podemos, para ir juntos a las elecciones de mayo del año próximo, y urge a ponerse en marcha dado el desplome que vaticinan las encuestas. Pero en el mismo seno de la formación comunista no todos quieren ir junto a Podemos, que consideran una mala compañía, lesiva para sus intereses, como es el caso de Zamora, donde el alcalde Guarido se resiste a presentarse en su día a las municipales con los podemitas porque pudiera costarle el puesto. Que una cosa es IU y otra Podemos.