Agrio debate el que al final se está trabando entre la parte más rocosa del movimiento frente al acoso sexual y la reacción que encabeza un colectivo liderado por Catherine Deneuve que defiende el derecho a cortejar, incluso de forma insistente y torpe, y lo expresa en la "libertad de importunar" (si bien denuncia cualquier forma de violencia física o moral). El manifiesto entra en detalles, y considera un simple error poner la mano en la rodilla, o enviar un mensaje de connotación sexual (error de resultado: si esas incitaciones no han sido atendidas). Como nadie ha propuesto aún que las cámaras elaboren leyes sobre los límites del cortejo atrevido, con anexo casuístico, ni está claro que filósofos, antropólogos, teólogos y demógrafos entren en materia por propia iniciativa, habrá de ser el parlamento de papel el que se encargue de poner la cancha y promover veladas. Golpes bajos no faltarán.