Y tanto. A los zamoranos de aquí y a los de la diáspora que la añoran, que la mencionan, que la quieren, que vuelven a casa, y no sólo por Navidad, en cuanto la morriña aprieta y las tradiciones llaman a la puerta del calendario. Zamora también importa, y mucho, a gentes que sin ser de aquí, conocen la ciudad y la provincia y ejercen como si zamoranos fueran. Podría poner ejemplos a barullo. Hoy me basta con el nombre de un zamorano en permanente ejercicio. En uno de nuestros mejores embajadores.

Antonio Casado trasmina zamoranismo por todos los poros de su piel. Siempre que su trabajo se lo permite, coge carretera y manta y se viene a Zamora a ver a su buena madre y los fines de semana al pueblo, su pueblo, que tanto quiere, tanto añora, y al que se trae siempre a sus mejores amigos, como Raúl del Pozo. Antonio es de los que sabe hacer patria chica, en Ayoó de Vidriales y en Zamora capital. Antonio es de los que cuando un zamorano le pide un favor, se vuelca. Sólo necesita saber que lo que sea, se lo pide un paisano. Le han pedido que pregone la Semana Santa de Zamora en la Casa de Zamora en Madrid y ha aceptado de inmediato. Antonio es un veterano en estas lides, pregonó por primera vez en el Club de La Opinión en el año 2003. Me encantó su pregón precisamente porque fue diferente.

Antonio no es de los que se hace de rogar. Antonio es claro y directo. Hizo una presentación de Sergio Martín en la pasada Semana de Pasión que fue de antología. Le están pidiendo a cada rato colaboraciones y es incapaz de decir no. Confieso mi cariño, mi respeto y mi admiración por Antonio Casado con quien de vez en cuando y aún de cuando en vez tengo el placer de "pegar la hebra". Y puedo decir con total y absoluta seguridad que Antonio es, a día de hoy, una persona cabreada e indignada con el tan traído y llevado artículo ofensivo y exagerado de Carmen Rigalt. Se da la circunstancia de que la Rigalt es la mujer de Antonio, la madre de sus hijos y la abuela de sus nietos.

No he visto zamorano más enfadado que el propio Antonio con toda la sarta de, dejémoslo en reproches, que soltó, mal soltadas, la Rigalt en su columna. He estado hablando largo y tendido con Antonio que se muestra contrario a todo lo escrito por la susodicha. "Me quiso dar un hostión a mí y nos lo ha dado a todos los zamoranos. Porque yo soy zamorano y a mucha honra". Yo diría que hasta la médula. Y todo por el puto procés que la Rigalt, como no puede ser de otra forma, defiende a capa y espada desde su pensamiento único. Porque no hay más uniformidad de pensamiento que la de esa gente.

Antonio Casado, veterano contertulio en radio y televisión, miembro destacado de la ilustre y fervorosa cofradía de la Columna de cada día ha antepuesto su condición de zamorano a las desafortunadas críticas vertidas por la Rigalt. Y lo ha hecho empleando contundentes argumentos que dejan bien a las claras la calidad a prueba de bomba de su zamoranismo.