Sí, fue una pena, una verdadera pena que no permitieran a la Cabalgata de Reyes hacer su entrada en Zamora a lo grande y para alegría de niños y mayores. Fue una pena que quedó reflejada en el rostro de multitud de niños y no tan niños. Se ha buscado como excusa la lluvia. Lo cierto es que apenas llovía. No obstante y si la organización y el Ayuntamiento mostraban reparos por el hecho de que un camello resbalara y cayera, por temor a los animalistas, bien pudieron haber esperado media hora, porque en Zamora no llovió apenas, como sí ocurrió en otras capitales de provincia.

Es la primera vez, hasta donde yo recuerdo, que se suspende tontamente una Cabalgata de Reyes. En Madrid cayeron chuzos de punta, así y todo la Cabalgata salió sin miedo, sin reparos. La gente se parapetó bajo sus paraguas y el desfile discurrió con total y absoluta normalidad. En Zamora, no. Zamora "is different" y había que marcar y remarcar la diferencia. Todo lo que desde fuentes oficiales se diga al respecto es excusa pura y dura.

Los ciudadanos de Zamora no paran de hablar del tema. En estos días se ha oído de todo. Desde que ha sido una cuestión "política", hasta que como la Cabalgata de Reyes no podía competir ni con mucho con la "Cabalgaza", se cogieron a ese clavo ardiendo y nos dejaron la Noche de Reyes en blanco o casi. Bueno, hicieron el paripé del Ayuntamiento. Pero eso no es así. Lo tremendo es que llevaron a sus Majestades por San Andrés hacia el Ayuntamiento, en coches cedidos por una firma, como a escondidas, como a hurtadillas, cuando bien pudieron hacerlo bien despacito por Santa Clara, si ya era inamovible la decisión, con los Reyes saludando y como de improviso y por lo menos hubieran logrado paliar el desencanto.

Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron a Zamora más guapos que nunca. Doy fe de ello. Majestuosos en sus vestimentas. Me encantaron. Lo que no me encantó fue ver la fila enorme de criaturitas, esperando poder acceder a la Casa de las Panaderas, pasando frío. Eso sí, sin una gota de lluvia. Pero si en Zamora apenas llueve. Llueve y nieva en Salamanca y Valladolid y aquí ni una gota. Ni en eso hemos podido dar las gracias a los tres Reyes que, a buen seguro, esperaban algo más de esta ciudad que de pensamiento único tiene lo que yo de cura. A la composición del Ayuntamiento le remito.

Ante las perspectivas meteorológicas, la decisión la tenían tomada días atrás. No se dieron cuenta de que la meteorología no es una ciencia exacta. Y falló. Estrepitosamente. Por la mañana ya dejaron todo preparado para hacer lo que hicieron y que a tantos ha desagradado. Me hago eco de ello. Los papás y las mamás están que se suben por las paredes.