Mucha gente, en su intimidad, se pregunta qué tipo de bienes robaría de dedicarse al latrocinio. ¿Qué clase de delincuente sería yo? ¿Atracador de bancos, carterista, vendedor de crecepelos, asesino a sueldo? A la mayoría de los malhechores les gustaría ser buenos. Puedo certificarlo porque he hecho algunos reportajes sobre cárceles en las que los presos me confesaron que sus errores se debieron a la falta de pericia. En su imaginación se veían como ladrones de guante blanco. Pero para ladrón de guante blanco hay que estudiar mucho y estar en posesión de unas habilidades de las que carece el común de los contribuyentes. Significa que lo más probable, una vez que uno decide delinquir, es que se pase de la raya y acabe haciendo cosas feas, incluso muy feas. Hay atracos que comienzan con pistolas de fogueo y acaban con balas de verdad.

En Vicálvaro, una localidad de Madrid donde Repsol dispone de una nave de distribución, han robado estos días 1.843 bombonas de butano. Ha leído usted bien. Una bombona de butano no es precisamente una joya que se pueda esconder en el bolsillo. En cierto modo, el artefacto naranja es la antijoya: abulta mucho, pesa una barbaridad, es poco maniobrable, y tampoco vale una fortuna.

Cabe imaginar, de otro lado, que para llevar a cabo una hazaña de esa naturaleza habrá sido necesario el concurso de varios individuos, de una banda que, como es lógico, tendrá un jefe y quizá un lugarteniente, no sé. Para robar 1.843 bombonas yo me llevaría por lo menos a 15 o 20 compinches bien entrenados. Lo de 15 o 20 es un decir, a lo mejor son necesarios 50.

Da lo mismo, dejémoslo en que ha sido una banda. Ahora imagínensela ustedes reunida en un sótano calculando su próxima fechoría. De repente, uno dice: ¿Por qué no robar bombonas de butano al por mayor? Increíblemente, la sugerencia es aceptada y se lleva a cabo con limpieza, sin hacer daño a nadie, excepto a los que cargaron con ellas.

Digo yo que a este grupo de sujetos tan obstinados y absurdos habría que darles un premio, sobre todo si regalan algunas de las bombonas sustraídas a los pobres para que enciendan la estufa. Personalmente me gustaría resaltar la fuerza de voluntad que implica su faena. Con tesón se puede llegar a todo.