Atodos los que prestan asistencia humanitaria, entre ellos los propietarios de Alimentación Seña Bermeja, en Zamora).

Decían nuestros "tataras" que el respeto, la consideración, la ciudadanía de bien, etc., se adquiría y mantenía, cuando, voluntariamente, se "daba una palabra" a otra persona, para que ésta pudiera conseguir aquello que necesitaba de quién así se manifestaba; y, por supuesto, se cumplía; pues caso contrario, la incumplidora quedaba totalmente desprestigiada laboralmente, socialmente, familiarmente, etc., perdiendo amistades, simpatías, ponderaciones positivas y demás tratos con los demás.

Hay que tener presente que nadie está obligada, salvo por imperativo legal, a prestar su consentimiento a propuestas que se le puedan formular y que pueda acometer por sus conocimientos, por sus habilidades, por la consideración que hacía los demás pueda tener, por afectos, por atracción sexual, etc; pero sí se compromete a realizarlas, y salvo que cambien radicalmente las circunstancias, haya engaño, vicios ocultos, etc., la persona de bien, seria, cumplidora, respetuosa, madura, etc., tendría que "cumplir la palabra dada", evitando perjuicios a quién se comprometió a cumplirla para solucionarle la cuestión que le pudiera afectar y que contribuiría a resolver con su ayuda de la prestación de que se trate.

Lamentablemente hoy en día está, en boca de casi todos, expresiones como "no te puedes fiar de nadie", "pocas cumplen la palabra dada", "las gentes se desdicen", "sin comerlo ni beberlo te dan la espantá", y otras lindezas por estilo; propias de personas sin principios, sin respeto a sí mismas, ni a las demás.

Todo ello refleja la carencia de educación y, consecuentemente, de valores morales, éticos, de respeto y consideración hacía sí misma y hacía las demás; lo que conlleva la desconfianza y ello las dificultades de las relaciones humanas, del trabajo en equipo, del intercambio de pareceres, de la ayuda mutua, etc., lo que perjudica a todo; pues las persona debiera ser sociables por naturaleza para que con la comunicación sincera nos conociéramos todos mejor y contribuyéramos, recíprocamente, a nuestra propia mejora en todos los ámbitos y, subsiguientemente, de toda sociedad.

"Contraer un compromiso"; es decir, una "obligación contraída", una "palabra dada", una "promesa de matrimonio"; entre otras acepciones que contiene el diccionario de la R.A.E., para el vocablo "compromiso"; son lo suficientemente trascendentes y serías para que se cumpla y respete, pues a nadie, y volvemos a la empatía, le apetece verse defraudada, engañada, desconsiderada, por otra. Pues tengámoslo en cuenta cuando nos comprometemos, sin estar obligadas a ello, hacía las demás personas; además de no incurrir en su rechazo personal más absoluto.

Sancho de Moncada