En todas partes cuecen habas, y también en la India, en la república democrática mayor del mundo, donde viven más de mil trescientos millones de personas. Allí, en aquel ancestral país que ocupa un rezagado puesto en el ranking mundial de calidad de vida, donde un cuarenta por ciento de los niños sufren desnutrición, y el sueldo medio es inferior a los quinientos euros, donde hay muchos ciudadanos que solo ingresan dos dólares por día, allí, se ha inaugurado un hotel de lujo para perros. Un hotel que dispone de spa, piscina, peluquería, cama con cabecero de terciopelo y veterinario las 24 horas, a razón de sesenta euros el día.

Dicho así, parece una paradoja, un disparate, pero ese país, desde hace unos años, crece económicamente de manera vertiginosa, y se prevé que alcance a China no tardando mucho, porque, entre otras cosas, dispone de tecnologías de información y biotecnología para abastecer a todo el mundo, y su PIB aumenta espectacularmente. De manera que, aunque todavía haya muchos millones de personas que lo están pasando mal, también existen otros tantos que ganan unos buenos sueldos, y pueden permitirse el lujo de llevar a sus perros donde les venga en gana.

Por otra parte, tampoco deberíamos ser nosotros, los españoles, los más proclives a escandalizarnos por tan aparente dispendio, ya que aquí hemos caído en otros de mucha mayor envergadura, en cuantía y contenido, como la construcción de aeropuertos sin aviones, museos sin patrimonio que exponer y palacios de congresos sin congresos, mientras le hacíamos asco a invertir en investigación, dejando escapar a científicos asentados y a otros que despuntaban en sus respectivas especialidades.

De manera que esa noticia que se está divulgando en estos últimos días, del hotel de lujo, cerca de Nueva a Delhi, no debería escandalizar a nadie, máxime teniendo en cuenta que, según dicen, en India existen más de 15 millones de perros domésticos, y se espera que esa cifra se duplique en muy pocos años.

Pero claro, lo primero que se nos ocurre a cualquiera es dejarnos llevar por los tópicos, por la gente que muere por padecer deficientes condiciones de higiene y alimentación - cosa cierta, como demuestra esa campaña emprendida para concienciar a los hindúes que dejen de defecar en las calles - olvidándonos de los millones de profesionales que ganan un pastizal en el desarrollo de destacadas profesiones.

De manera que ese hotel de lujo, para mascotas de gente de posibles, comparado con lo nuestro, empieza a ser menos escandaloso, desde luego menos que algunos aeropuertos que mueven de uno a tres pasajeros, de media, al día, como los de Huesca y Albacete. También menos escandaloso que la Ciudad de la Cultura de Galicia, una ciudad fantasma, a medio hacer, que lleva engullidos 400 millones de euros; o la Ciudad de la Justicia, de Madrid, en la que solo el "donuts" de Valdebebas, abandonado a su suerte, ha costado más de veinte millones de euros; o aquí, en Zamora, esos cinco millones regalados a una empresa inmobiliaria, que iba a meternos el pufo de vendernos unos solares, a precio de oro, que iban a servir para la ampliación del Ayuntamiento. Estos, y otros muchos dispendios patrios perpetrados con dinero público, se hicieron cuando hacía tanta falta asentar y mejorar la enseñanza, la sanidad y la justicia, los tres pilares fundamentales en los que debe apoyarse cualquier sociedad.

Una vez más, llega a cumplirse aquello de que las cosas no son como parecen, que lo del hotel de lujo para perros, en India, no es nada comparado con lo nuestro, con la epidemia de dispendios que dio origen a múltiples casos de corrupción, mediante la práctica de la prevaricación como deporte, cuando un montón de desalmados, algunos de los cuales se encuentran en la cárcel, nos decían que aquello era maravilloso, mientras sus superiores los ponían como ejemplo de buena gestión.

Pues eso, que, aunque India tenga un PIB per cápita quince veces inferior al nuestro, al paso que van, en unos cuantos años pueden subírsenos a la chepa, como si tal cosa, con hoteles de lujo para perros incluidos.