Exilio o cárcel. Aunque pueda ser una disyuntiva demasiado simple y drástica, es la que existe ahora mismo, realmente, para el prófugo Puigdemont y sus compinches huidos y refugiados en Bélgica. La decisión del juez Llarena, del Supremo, que acumula todas las causas abiertas por el delito de sedición en Cataluña, al reiterar la euroorden de detención y extradición contra el cesado president de la Generalitat, cabecilla más visible de la revuelta independentista, fue recibida de entrada con sorpresa y una cierta sensación de desagrado y fracaso, por cuanto significaba: la culminación de una fuga que nunca debió producirse y que dejaba a salvo de alguna manera al principal responsable de todo lo ocurrido. Luego, no obstante, se fueron comprendiendo las razones que han movido a dar tal paso, que mantiene la orden de detención en España; y es que todo parecía dar a entender que la justicia belga no iba a mandar a España esposado en un avión a Puigdemont dado que el delito de rebelión no se contempla en sus códigos. Así que al huido solo le resta o quedarse a vivir en Bruselas o volver a España para ser detenido a continuación y tener la prisión como primer destino.

Según su abogado, Puigdemont no piensa regresar. Pero tampoco se puede dar como seguro que así sea. Lo más probable es que al menos por un tiempo se quede por allá, jugando por internet a ser presidente en el exilio de una república inexistente. O no. Porque todo puede depender de lo que ocurra en las elecciones regionales de Cataluña del día 21. Si bien las encuestas daban antes escasas o nulas posibilidades de un triunfo de JuntsXCat, la coalición de la que es cabeza de cartel el ex president, lo cierto es que ha ido escalando posiciones últimamente, lo que hace que empiecen a barajarse acuerdos y pactos post electorales de cualquier pelaje, presuntas bazas que suenan para reiteradas componendas si es que los constitucionalistas no consiguen una mayoría absoluta y el triunfo de C´s, si se llega a hacer verdad - diga lo que diga el CIS sigue imperando el pesimismo - fuese insuficiente. Si JuntsXCat ganase, Puigdemont habría de volver para tomar posesión, y entonces sería detenido y encarcelado. Y lo mismo pasaría si el prófugo, que parece que huyó escondido en el maletero de un coche, llegase para tomar posesión de un escaño como parlamentario, o viniese antes a hacer campaña para convertirse en víctima y mártir y animar el revuelto cotarro del separatismo catalán.

Es una pausa, en fin, aunque bien poco falta ya para la celebración de los tan precipitados comicios, de inseguros resultados pero que la mayoría de los españoles temen que pese a todo acaben favoreciendo una nueva implantación que con discursos y formas distintas ante el muro del 155 seguirá teniendo el independentismo como objetivo o moneda de cambio. De todos modos, la preocupación que se registraba en la sociedad hace un mes por la situación de Cataluña, parece que ha ido a menos, según el sondeo del CIS, tras la intervención del Gobierno. Vuelven a ser el paro, la corrupción, los partidos, los políticos, y los problemas de índole económica, los principales motivos de inquietud.