Ha sido una decisión, la del juez Llarena que de uno u otro modo, en más o menos, puede satisfacer o no satisfacer a todos o casi todos. Cuatro de los jefes golpistas de Cataluña encarcelados seguirán en prisión: Junqueras, Forn, el cesado consejero de Interior, y los dos Jordis, como se les suele llamar, responsables de las asociaciones civiles que cooperaron en la rebelión. Sin embargo, la inmensa mayoría de los españoles ha respirado, pues se temía lo peor, la libertad de todos ellos. Los que no están nada contentos son los secesionistas y eso que la Fiscalía había pedido que siguiesen todos entre rejas, de lo que se libran seis miembros del Govern, bajo fianza de 100.000 euros. El líder socialista en aquella región, el pintoresco Iceta, fue el primero ayer en demostrar su desacuerdo. Respecto al Gobierno, es probable que como se ha comentado tanto, hubiese preferido en la calle y en los mitines a los cabecillas de la sublevación, para que no se creen más problemas, ni haya más reacciones violentas, ni se pueda tomar a los políticos presos, que no presos políticos, como víctimas y mártires. En cuanto a PP y C´s, respetan la matizada y bien fundamentada medida tomada por la justicia.

Fue el viernes pasado cuando los imputados, acusados todos ellos de gravísimos delitos contra el Estado, comparecieron ante el Supremo, donde afirmaron acatar la aplicación del articulo 155 de la Constitución así como los principios de legalidad del Estado. Pero, precisaron, hasta ciertos márgenes de interpretación, una declaración nada sutil con la que pretendían dejar una puerta entreabierta o abierta del todo de cara a las posturas no que vayan a adoptar sino que en realidad ya han adoptado. O sea, según les convenga y hasta donde les convenga, algo de lo que el juez tomó buena nota, como ha quedado demostrado en su decisión. Porque todo ello daba la impresión de no ser más que otra añagaza, otra mentira más de cuantas componen la farsa que todavía se sigue desarrollando, nadie sabe hasta cuando. Habían dicho lo mismo que Forcadell, la ex presidenta del Parlament, y lo mismo que desde Bélgica les había aconsejado el prófugo Puigdemont: hacer lo que sea, con tal de salir.

Pero la jugada les ha fallado a los cabecillas golpistas, pese a que seis de los cuales podrán participar en la campaña, votar en las mesas que les correspondan, y ocupar escaño o cargo público si son elegidos, dado que ninguno de ellos está aun inhabilitado para el ejercicio político mientras no se celebren los procesos judiciales correspondientes y haya condenas en firme por los delitos que se les imputan. Ya han empezado los mitines, y Puigdemont ha hecho el primero, por internet, llamado a convertir los comicios del día 21 como la segunda vuelta del referéndum ilegal del 1 de octubre. No solo eso, pues desde la cárcel, el de Ezquerra, Junqueras, ha hablado de un posible pucherazo en las urnas, cubriéndose por si los independentistas salen derrotados en unas elecciones libres y democráticas, lo que viene a dar idea ya de como están dispuestos a calentar los ánimos en cualquier circunstancia y como, aunque dijesen lo contrario al juez, para nada renuncian a sus delirios secesionistas.