La justicia no puede permitir que se construya una operación para salvar a la infanta", son palabras de Pilar Urbano, en sendas entrevistas concedidas a varios medios, como "El Español" e "infoLibre", a propósito del último de sus libros, "La pieza 25", en el que relata cómo se reunieron Rajoy, Gallardón, el fiscal general del Estado y el rey emérito, para pergeñar un plan que exonerara a la infanta en "el caso Noos". Un caso en el que, para que la infanta saliera indemne, no se cortaron en hacerla pasar por una mujer sin personalidad, manejada por su marido, a pesar de ser licenciada universitaria, alta ejecutiva de un importante banco, y disponer de expertos asesores. Si eso no es fomentar el machismo, lo de hacer pasar por "enamorada bobita" a una de las personas con más pedigrí del país, aunque solo sea por ocupar el sexto puesto en la línea de sucesión a la corona de España, que venga Dios y lo vea. Pero en este caso, el partido del gobierno no consideró necesario llevar el caso al Senado para denunciarlo. En este caso, como en otros muchos, no solo no denunció esa muestra de machismo, ni el denigrado trato dado a la mujer, como tampoco lo hizo en el caso de la ministra de Sanidad anterior, cuando su marido jugaba con dinero ajeno. Por eso, no ha dejado de sorprender que ahora haya llevado al Senado la campaña promovida por el Ayuntamiento de Zamora, en el que, con mayor o menor acierto, trataba de publicitar el Dia de la mujer maltratada.

El primer caso, el de la infanta, era de alcance nacional. El segundo, el de la controvertida campaña del ayuntamiento zamorano, limitado al ámbito local. Por eso choca que el haber colocado ocho carteles en una pequeña capital de provincias, como Zamora, utilizando textos de chistes machistas, con el eslogan "La violencia hacia las mujeres no es un chiste. No seas cómplice", se le haya dado tanto bombo, y llevado, de buenas a primeras, al Senado, deprisa y corriendo, exigiendo que dicha campaña fuese retirara inmediatamente.

Es tal la desproporción entre ambos casos, que cualquiera está en condiciones de poder medirla. Basta contar el número de personas susceptibles de haber podido enterarse del asunto en el primer caso, que son los cuarenta y siete millones de españoles, y el del segundo caso, el de Zamora, con algo más de sesenta mil personas. O lo que es lo mismo, que por cada persona que podría estar afectada por la publicidad del ayuntamiento zamorano, habría setecientas ofendidas en el caso de la infanta.

Visto lo visto, puede dar la impresión que lo que pretendían los denunciantes no era evitar que esta campaña publicitaria fuese difundida, sino de tirarle de las orejas al equipo municipal zamorano.

El hecho de haber llevado el tema "Zamora" al Senado, ha hecho que la noticia, al tocar un tema tan susceptible, se haya difundido por toda España. No ha habido medio que no se haya hecho eco de la misma, desde "El País" o el "ABC" a "La Vanguardia", pasando por todos los periódicos digitales. Nunca, con tan poco esfuerzo, se ha podido conseguir tanta repercusión. Nunca con tan poco dinero se llegó a hacer tanta propaganda.

Se ha argumentado, por parte de los detractores de la campaña que, posiblemente, los jóvenes no entenderían el mensaje, cuando se da la paradójica circunstancia que ahora tenemos la juventud mejor preparada de la historia. Al menos es lo que machaconamente repiten casi todas las fuerzas políticas, de manera que parecería razonable que sus entendederas fueran lo suficientemente sólidas para comprender ésta y otras campañas publicitarias, sin ningún tipo de problema.

Tanto la disconformidad de mucha gente, como los ataques de estos días al Ayuntamiento, se han basado, principalmente, en que la campaña ha podido herir ciertas sensibilidades, y ese es un argumento que puede entenderse, aunque nadie pueda dudar que, en última instancia, el objetivo municipal no fuera ese, sino haber denunciado el maltrato a las mujeres.

En cualquier caso, es de esperar que aquellos que se han sentido heridos en su sensibilidad, sean también sensibles a otros muchos problemas que se padecen en este país, o en esta provincia en concreto, como el de la despoblación, el del paro y el de los sueldos miserables, y que los lleven un día de estos al Senado, exigiendo su eliminación o corrección a las instituciones correspondientes. Porque aquí el aire se está haciendo irrespirable, ese aire que va dejando la derrota, el mismo que impregna de tristeza el ánimo, el que hace pensar con amargura, por mucho que la gente trate de sacudirse el polvo de la ropa para seguir adelante.

Por cierto, que en tanto, en un atropellado parloteo de telediarios y tertulias, se producían estos zarandeos al ayuntamiento zamorano, nos han ido colando el acuerdo del Cupo vasco, y ha pasado desapercibida la noticia de que estamos a la cabeza de la Unión Europea en desigualdad de rentas, a la altura de Bulgaria, poco más o menos.