El tramposo Puigdemont, que ha hecho trampas hasta a los suyos, huido ex presidente de la Generalitat de Cataluña tras ser cesado por el Gobierno a través del articulo 155 de la Constitución, ha querido marcarse un farol más y ha renunciado al sustancioso sueldo que le correspondía en razón del antiguo cargo desempeñando: nada menos que 112.000 euros anuales durante cuatro años, con un 65 por ciento de ese total como pensión vitalicia, rechazando también el despacho, el coche oficial y los escoltas entre otros numerosos y desvergonzados despilfarros de dinero público con que se han dotado a si mismos los dirigentes de aquella región española, más o menos lo mismo que los del resto de las autonomías, que han hecho de la política su modo de vida y lo aprovechan al máximo.

Y es que el fugado sigue considerándose presidente de Cataluña, y no acata de ningún modo la aplicación del 155. Pero es que además continúa cobrando su sueldo como parlamentario y tras el 21 de diciembre seguramente seguirá percibiéndolo también pues encabezar de nuevo la lista del PdeCat, la antigua Convergencia, que se presentará como Junts pel Cat. Pese a su delicada situación, reclamado por la justicia española, no renuncia, pues, a nada de lo que ha compuesto hasta ahora su modus vivendi, un buen modo. Periodista de partido, una contradicción pura y dura en si misma, con una trayectoria profesional uncida a los vaivenes del poder, debió comprender pronto, viendo la mediocridad de la clase política, que mejor carrera haría participando de modo activo, y así llegó a ser alcalde de Girona y luego, por casualidad, porque estaba allí en el momento oportuno, presidente de la Generalitat y cabeza visible, y muy visible, de los delirios independentistas de los que participaba.

Igual que Puigdemont han hecho los cuatro consellers que salieron corriendo la noche del 155 cuando el barco secesionista se hundía. Y allí siguen todos, en la tan europea Bélgica, que aun tardará en decidir sobre la extradición del prófugo que España ha pedido. El ex president concediendo entrevistas en los que sigue soltando disparates en forma de mentiras y más mentiras. No podrá votar desde allí, sin embargo, pues no se ha inscrito en el censo de extranjeros, pero según los suyos puede que cavile sobre si presentarse en Cataluña un par de días antes, para ser detenido de inmediato y pasar como un mártir que motive a votar a los separatistas, pues aunque las encuestas les den como ganadores nadie lo tiene por seguro dada la reacción que se espera por parte de los constitucionalistas.

Mientras, todo sigue igual con ligeras variantes. Junqueras y los demás encarcelados han dicho ante la juez que les tiene entre rejas que aceptan el 155 pero que no renuncian a sus ideas y mantienen el desafío. Parece definitivo que el Supremo se hará cargo de la causa y pudiera ser, por tanto, que el 21-D todos se encuentren en la calle, condicionalmente. O tal vez no, porque ellos mismos, los golpistas se empecinen en jugar la carta del victimismo. Parar no paran, pues ahora han convocado para los primeros días una manifestación en Bruselas pidiendo ayuda a Europa. O visionarios o tontos.