La paranoia de Puigdemont supera cualquier registro. Un día sí y otro también sigue arremetiendo contra España, el Gobierno de España, el Rey de España y la Justicia española. No hace otra cosa que hablar de la violencia con la que España afrontó el procés y de las constantes "cargas" de Policía Nacional y Guardia Civil, cuando en realidad quien carga las tintas con un lenguaje inapropiado es Puigdemont. No sabe hablar de otra cosa que no sea emponzoñar y enlodazar el buen nombre de España para tratar de opacar el prestigio alcanzado dentro y fuera de la Unión Europea.

La última salida de pata de banco que ha tenido no deja lugar a duda alguna sobre el desquiciamiento de este individuo. Carles Puigdemont está dispuesto a celebrar una reunión con el presidente español, Mariano Rajoy, en Bruselas donde se encuentra de vacaciones pagadas. Eso ha dicho en la radio pública alemana. No creo yo que el presidente Rajoy caiga en la trampa. Ya sería el colmo. Ni Mariano Rajoy ni ningún español debe olvidar que Puigdemont es un sedicioso y que la sedición es un delito en España y en el resto del mundo, especialmente el democrático. Hay que ver cómo se las gastan en Estados Unidos en materia tal.

A Mariano Rajoy no se le ha perdido nada en Bruselas mientras salvo que sea convocado por la UE. Ni de visita privada ni de vacaciones, porque puede ser mal interpretado por un sector enorme de la opinión pública que no está nada contento con la actuación del ejecutivo español, por blanda. Puigdemont ha pedido en la entrevista que el Gobierno de España ponga fin a las detenciones de miembros del Govern y de las entidades, y a las acciones policiales contra el movimiento soberanista. Por un lado pide árnica y por otro vuelve a dejar caer la sombra de las dudas más atroces sobre la actuación del Ejecutivo patrio. Este tío no da puntada sin hilo.

No hubo en Cataluña, el día de marras, las atrocidades que cuentan los independentistas. Hubo mucho fotomontaje. Hubo mucha provocación por parte de todos ellos, y la utilización de niños y niñas, comportamiento que las autoridades de la Unión Europea, tras la denuncia de Maite Pagazaurtundua, deben tener muy en cuenta sobre cómo se las gasta el independentismo para conseguir sus fines y propósitos. Pero quien coños se ha creído que es el tal Puigdemont. Se ve como una especie de encarnación de Mahatma Gandi, de Nelson Mandela y de Martin Luther King y actúa en consecuencia cuando en realidad no le llega ni a la suela del zapato a ninguno de ellos.

No tiene otro pito que tocar el presidente Rajoy que ir a verlo para hablar, aunque matiza que no va a ceder, ¿entonces? No está en condiciones un prófugo de la Justicia, un sedicioso de imponer el escenario de actuación al que sólo quiere sacarle rentabilidad.