Nunca hay que lanzar las campanas al vuelo de forma tan categórica, como sentando cátedra poco más o menos. Es verdad que de ilusión también se vive y en Zamora estamos muy necesitados de ilusiones, amén de otras muchas cosas que sería prolijo enumerar. Cuando la patronal habla suele ser sensata, sin alardes, sin grandilocuencias, de ahí que haya extrañado, ¡y mucho!, que desde la patronal del comercio zamorano se anuncie a abombo y platillo que el comercio inicia la campaña navideña con la intención de crear mil puestos de trabajo. ¡Ojalá! Se dice pronto y bien, ¡mil puestos de trabajo! Ahí es nada. Ni durante el verano se alcanza una cifra tan redondita.

Ojalá eso llegue a ser cierto y podamos felicitar a la patronal del comercio, pero lo cierto es que nadie o casi nadie se lo ha creído. Hablar de mil puestos de trabajo es hacerlo a lo grande. Mil puestos de trabajo ¿indefinidos o temporales y en precario? Esa es la cuestión. Solo pueden lanzarse las campanas al vuelo cuando los puestos se hacen indefinidos y están decorosamente remunerados. Por regla general, en Zamora los sueldos no son como para lanzar cohetes. Entre lo que se cierra y lo que se abre en precario vamos bien desasistidos.

Semejante logomaquia, la empleada por Azeco, me hace pensar que las cosas se tienen cogidas con alfileres en lugar de bien cosidas y rematadas convenientemente. Ni hay que extralimitarse ni tratar de impresionar al personal porque luego la realidad, siempre tozuda, es capaz de dejar en evidencia al más pintado. Hay que dejarse de palabrería y entrar al fondo de la realidad que no es muy boyante que digamos. Ojalá, de verdad de la buena, la campaña navideña deparara la ocasión de encontrar trabajo a mil personas, pero no un trabajo en precario y con fecha de caducidad, sino un buen trabajo con la necesaria dignidad salarial.

Por esa gente que se desespera al no encontrar curro, es por la que hay que luchar, a la que hay que dar un respiro. El buey suelto bien se lame, dice un conocido refrán, lo malo es cuando el parado es padre de familia, puede que numerosa, y no tiene para cubrir las necesidades básicas de la familia y del hogar. Para más inri, la vida se nos está poniendo muy cuesta arriba, entendiendo por tal la cesta de la compra, el recibo de la luz, del teléfono y tantos otros que dejan al descubierto la cuenta corriente en menos que canta un gallo.

A lo mejor, y no quiero dar pistas, por ahí debería empezar Azeco. Por evitar cierres, por dialogar con las eléctricas para que el recibo de la luz deje su ascenso imparable, para que los alquileres no se disparen, como si a la gente le sobrara el dinero. Y tantas y tantas cuestiones que darían cuenta de una buena gestión. Pero no. La intención no está puesta en eso. La intención está puesta en crear mil puestos de trabajo, ¡ojalá! Habría mil personas más felices de lo que están en este momento de angustia laboral. Hombre, cifrar todo en un fuerte aumento del consumo es abocar al consumismo desenfrenado tan mal visto en tiempos de crisis. Pero a lo mejor estas cosas son tonterías y hay que mirar la realidad desde lo alto del campanario, dejándose aturdir por el sonido de bronce de las campanas.

Bienvenidas sean las ilusiones pero sin olvidar que como los sueños, ilusiones son.