Hemos vuelto a verlo a propósito de los "Papeles del Paraíso", como antes con los de Panamá y las filtraciones de Luxemburgo ("Lux Leaks"). La historia se repite.

Y ¿qué se ha hecho mientras tanto? Una fingida indignación moral por boca de algunos políticos y afirmaciones de que se está haciendo algo, pero que ese de los paraísos fiscales es un asunto tan grave como complejo. Y así hasta la próxima vez.

Porque lo más escandaloso es que la evasión fiscal mediante todo tipo de trucos es algo perfectamente legal, como no dejan de repetir los pillados "in fraganti".

Legal, sí. Pero ¿y legítimo?, habría que preguntarse. El hecho de utilizar una sociedad pantalla domiciliada en un paraíso fiscal que uno ni siquiera ha pisado para ocultar al fisco nacional un patrimonio no tiene justificación alguna. Y si la tiene, es sólo para quienes consideran confiscatorio al Estado por el hecho de gravar más de lo que creen apropiado la fortuna de un ciudadano o los beneficios de una empresa.

Es el argumento utilizado por el Nobel Milton Friedman, para quien el Estado debe limitarse a garantizar "la libertad del individuo", en cuya base está el "derecho de propiedad". Para quienes así piensan, la propiedad no es un robo, como afirmaba Proudhon, sino que el robo consiste en la capacidad del Estado para confiscar parte del dinero ganado por un individuo en beneficio de otros.

Como explica el ya fallecido filósofo libertario estadounidense Robert Nozick, que a uno le grave el fisco por sus ingresos es como si le obligaran a trabajar equis horas sólo para terceros. Pero se trata de garantizar el funcionamiento de las instituciones, desde el Gobierno o la justicia hasta las fuerzas del orden, y de financiar servicios esenciales para la colectividad como la educación, la sanidad o los transportes públicos.

Está claro que para los fundamentalistas del mercado, es este último y no el Estado el que es más capaz de garantizar la provisión de los servicios esenciales de una comunidad. A esos partidarios furibundos de privatizarlo todo, lo que equivale siempre a la ley del más fuerte, habría que recordarles una frase del filósofo y economista que tanto les gusta citar: Adam Smith: "Cada impuesto que se paga es para quien lo paga una señal, no de esclavitud, sino de libertad".

La libertad no es algo que se encuentre en el estado de naturaleza, sino que la tiene que crear la sociedad. Y lo hace mediante el reconocimiento de derechos y obligaciones, es decir, de la responsabilidad colectiva en el mantenimiento del bien común. Y quienes no lo reconocen, y no otros, son los verdaderos "asociales".