Se está produciendo en las últimas semanas en Malaui y Mozambique, dos países africanos con frontera común, una creciente alarma social debido a la proliferación de casos relacionados con los chupasangres. No es un hecho nuevo, aunque ahora aparezca encubierto con la etiqueta de vampirismo. En el año 2002 la monja española de clausura Juliana Calvo, que trabajaba desde hacía 30 años en las inmediaciones de Nampula, al norte de Mozambique, denunció el asesinato de niños para extraerles el corazón, los ojos y los riñones y venderlos a una red de traficantes de órganos humanos.

La religiosa y sus compañeras de monasterio recibieron amenazas de muerte, pero siguieron investigando, denunciaron los hechos a la policía y consiguieron que se frenara en la zona este macabro negocio. En esa época desaparecían al año más de mil jóvenes mozambiqueños, la mayoría de ellos niños huérfanos de la calle, debido a la muerte de sus padres en la guerra civil o a consecuencia del sida.

Los actuales casos de vampirismo pueden ser una coartada para ocultar una nueva trama organizada por los traficantes de órganos, que no solo operan en África, sino en Asia y en Iberoamérica, particularmente en México. Este fenómeno del vampirismo suele asociarse también a un ritualismo mágico y sanguinario, que es otra manera de camuflar los asesinatos para la extracción de órganos.

Los que fuimos niños en los años cuarenta del siglo pasado tenemos muy grabadas las advertencias de los padres a no andar solos de noche, porque nos podía secuestrar el hombre del saco o el sacamantecas. Yo siempre creí que era una forma de obligarnos a volver a casa antes del anochecer.

Muchos años más tarde leí estupefacto que el hombre del saco, también llamado sacamantecas, estaba en realidad formado por dos personas, Francisco Leona y Julio Hernández. Estos sujetos raptaron a un niño de siete años, llamado Bernardo González, lo metieron en un saco, lo desangraron y le extrajeron las entrañas para untar con ellas el pecho de un hombre, Francisco Ortega, alias "El Moruno" aquejado de tuberculosis. El periódico "ABC" publicó una truculenta crónica de los hechos el 11 de agosto de 1910.

Me enteré de esto mientras estudiaba periodismo. Un profesor aseguró que las noticias de sucesos fueron el origen del periodismo en España. Es evidente que todavía hoy las catástrofes, los crímenes -en particular los derivados de la violencia de género-, los robos, las estafas y la violencia en general ocupan mucho espacio en los medios de comunicación, incluso en los telediarios.

Surgieron, por eso, muchos periódicos a finales del siglo XIX y principios del XX dedicados a contar estos sucesos con todo lujo de detalles, incluidos los más morbosos, muy al gusto de los lectores. Se trataba de una prensa sensacionalista, que tuvo sus antecedentes en las coplas de ciegos y en la llamada literatura de cordel. En la España moderna la publicación de sucesos tuvo su máximo exponente en el semanario "El Caso", publicado entre 1952 y 1997. Llegó a tirar 500.000 ejemplares cuando se produjeron en Madrid en julio de 1958 los crímenes de José María Jarabo, un crápula de familia muy rica sobrino del entonces presidente del Tribunal Supremo Francisco Ruiz-Jarabo y posteriormente ministro de Justicia. José María Jarabo asesinó a cuatro personas, una de ellas embarazada, fue condenado a muerte y ejecutado a garrote vil un año después.

A nosotros nunca nos contaron de niños quiénes eran los cocos que comían a los niños que duermen poco, ni los hombres del saco y los sacamantecas que raptaban a los niños desobedientes, pero nos metían el miedo en el cuerpo. El actual pavor colectivo a los vampiros en algunas zonas de Malaui y Mozambique, entremezclado con el rapto y asesinato de niños, es bastante más aterrador. No se trata de que anden sueltos algunos criminales ocasionales, sino de mafias organizadas para traficar con órganos humanos que venden a gente adinerada. Que yo sepa, no existe en estos países africanos una prensa independiente que investigue estos criminales sucesos, pero esto no le quita un ápice a su barbarie.