N o sé si tenemos que arrepentirnos de haber visto toda la filmografía europea de Roman Polanski a pesar de haber conocido su sexualidad menorera suya tan tardohippy. ¿Tienen que dejar de gustarnos "El pianista" o "Un dios salvaje"? ¿Qué hacemos con "Chinatown", con lo que nos gustó, acabada bajo denuncia? ¿Tendrá que devolver los premios y distinciones que le dieron estados e instituciones? Ninguna acción de las denunciadas estos días, hasta la hora que escribo, supera la de Polanski.

Kevin Spacey será despedido de "House of Cards" por depredador homosexual y Ridley Scott, al borde del estreno de una película en la que intervenía, ha cortado todas sus escenas y le sustituirá Christopher Plummer. Para estar a la altura de eso cada uno ha de olvidar "American Beauty", borrar su presencia en los planos, cambiar su imagen por la de Antonio Banderas y fijarlo repitiendo: "¡Qué bien estuvo Banderas en "American Beauty"!". Spacey está en una clínica de rehabilitación, algo que hasta ahora se aceptaba como hacer propósito de la enmienda y cumplir la penitencia con un montón de dólares. Esta vez no colará.

Dustin Hoffman es un sobón -que le eructó- según dijo Meryl Streep después de "Kramer contra Kramer" en la revista "Time" hace 38 años. Ahora le denuncian un par de actrices.

Urge que esas denuncias vayan al juzgado y tengan la condena que merecen y el resarcimiento que se determine y que estos actores vuelvan a trabajar. Caravaggio era un macarra que castró a un aristócrata entre carcajadas. En el tajó le pilló una arteria y murió desangrado.

Con lo primero ya había hecho un estropicio irreparable pero la pintura no sería lo mismo sin este loco malvado.