Tras el respiro de la primera semana de la intervención de Cataluña por el Gobierno y a expensas de los que pueda ocurrir en las elecciones de diciembre en aquella región española, se pregunta ahora la gente- unos a otros - que es lo que va a pasar tras la cita en las urnas. En realidad, es fácil saber lo que va a pasar: o los abstencionistas - bastarían con 300.000 - se levantan del sofá y van a votar ese día, con lo que PP, PSOE, y C´s podrían conseguir la mayoría y gobernar la autonomía sin mayores problemas durante cuatro años, o vuelven a ganar los independentistas y vuelve a sufrir el país un nuevo golpe secesionista, una insufrible repetición, más o menos, de lo sucedido ahora.

O no, claro. Siempre quedaría la esperanza de que por cortos que sean los separatistas - que lo son, evidentemente - comprendan que si retoman la hoja de ruta volverían, y esta vez con mucho mayor rapidez, a un callejón sin salida, tapado por el muro del articulo 155 de la Constitución, el mismo que ha mandando a sus cabecillas a la cárcel. Pero si han aprendido la lección, por lo que no se apuesta, tomarían una nueva senda, que tampoco es que pudiese dar mucho más de sí, a base de tratar de obtener del Gobierno nuevas concesiones, económicas y políticas, hasta donde se pudiese, suficientes para salvar su maltrecha dignidad y poner en pausa sus delirantes expectativas soberanistas. La reforma de la Carta Magna que algún día se iniciará podría servirles como base y excusa de cara a los suyos. Porque de otra manera solo lograrían el retorno, aun más duro, del 155. Es una salida.

Pero Rajoy y los suyos parece ser que han caído en un cierto pesimismo, compartido por la sociedad, conscientes de que los independentistas pueden ganar, pase lo que pase, tras la muy precipitada convocatoria de elecciones, que nunca debió llevarse a cabo en tan poco tiempo. Las cosas hay que dejarlas enfriar para que sazonen debidamente. Ha faltado inteligencia, una vez mas, y por desgracia, una triste constante en la clase política actual que como siga por estos derroteros pueden llevar la democracia al borde del abismo. Como se demuestra con este mismo intento de conquistar la soberanía catalana, y la tan tardía y puede que insuficiente reacción del Gobierno para frenar antes el disparate. Lo peor es que se ha ampliado el caldo de cultivo de los nacionalismos pese al fracaso de los rebeldes, y se teme el rebufo, con los vascos siempre al acecho de la independencia, y el efecto dominó afectando a otras comunidades como Valencia y Baleares.Hasta los andaluces cuentan con una pantomima de Asamblea Nacional que ha declarado que el 4 de diciembre proclamará la república virtual de Andalucía. Vale.

Así que las encuestas han echado a andar, y no solo respecto a Cataluña, sino con vistas a un posible adelanto de las elecciones generales en el país. Falta mucho tiempo, el que sea, pero todos los resultados insisten en lo mismo: bajada del PP, subida del PSOE y C´s y caída de Podemos, al que solo el CIS mantiene en tercer lugar. Respecto a los políticos, lo de siempre: suspenso general, aunque con más puntos, y con Iglesias cerrando la clasificación. En cambio, el Rey, notable alto, el mejor y más valorado.