Tanto como la sociedad española, incluyo a la catalana, le debe a la Guardia Civil, en lo bueno, pero sobre todo en lo malo, para que desde ese país de nunca jamás que han querido forjar en el odio los separatistas y sediciosos catalanes, se intente inculcar a los niños una permanente animadversión hacia el cuerpo armado 10 de España alegando que "la Guardia civil es mala, pega y mata a la gente". Esos profesores tienen que tragarse su insidia por vía judicial y si se les retira la facultad de adoctrinar, perdón, quise decir enseñar, que se les retire de por vida, no están facultados para ese ejercicio tan hermoso de la enseñanza que está en manos de maestros y profesores.

Perdón otra vez, no me daba cuenta que la Iglesia también adoctrina. Sobre todo la Iglesia valiente de Francisco. Sólo que la Iglesia no adoctrina en el odio, sino en el amor a Dios y al prójimo. Que luego los prójimos se tuercen, esa es otra historia de la que no se puede acusar a la Iglesia. Cierto es que lo que bien se aprende tarde se olvida, y suele haber una diferencia clara entre aprender a amar y aprender a odiar.

En ciertos sectores de la Cataluña más radical se están empleando a fondo contra la Guardia Civil, como si la Guardia Civil fuera culpable de los males que les aquejan, que son tantos, debido al odio acumulado, debido al retorcimiento que padecen, debido a ese resentimiento que algunos se han encargado de alimentar desde el sindicato, desde la política, desde la escuela y desde los círculos cerrados, impenetrables, donde o eres catalán separatista o no entras ni de coña.

La Guardia Civil nunca es el problema, la Guardia Civil es siempre la solución, por tierra, mar y aire. Gracias a los servicios que presta al Estado y sobre todo a la ciudadanía, en España pasan menos cosas desagradables y peligrosas de las muchas que nos atenazan, unas procedentes de dentro y otras del exterior. Por eso no se entiende que unos mal llamados profesores, que dañan y ensucian su sagrada misión, se empleen a fondo contra la Guardia Civil con el único fin de que los niños aprendan a odiar la institución.

No sé qué satisfacción personal y profesional pueden encontrar en esa forma de viciar su trabajo que de hermoso pasa a ser perverso, sucio, barriobajero. NI los españoles odiamos a los catalanes, que también son españoles, mal que le pese a Puchito, ni la Guardia Civil mata así porque así. Cuántas veces ni tiempo tienen en defenderse de las agresiones de ladrones, asesinos y mala gente de la que participa en revueltas callejeras a las que acuden para arrear estopa, precisamente a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de Estado. Cuantas veces, en carretera, tras atropellar a un miembro del Subsector de Tráfico de la Guardia Civil, el canalla se da a la fuga y allí queda tendido, sobre el asfalto, el cuerpo inerte del servidor de la ley y el orden, sólo amparado por su compañero de brega y la Virgen del Pilar. .