Qué forma más vil y canalla tienen los separatistas de darle la vuelta a la realidad y a la verdad. Puigdemont en Bélgica y Oriol Junqueras en la cárcel madrileña de Estremera, rizan el rizo. No entiendo cómo la diplomacia española puede consentir lo que Puigde dice de España sin realizar la queja correspondiente ante los estamentos pertinentes. Siempre hay alguien de la misma o parecida catadura que cree a los sediciosos, que defiende la palabra de los sediciosos, luego están los tontos útiles e incluso los inútiles que rematan la faena.

Tampoco sé por qué razón 'Nació digital' y 'Público' publican un artículo de Junqueras, escrito en la cárcel, en el que el sedicioso se permite ensartar en sus líneas, perlas como que: "Qué democracia hay cuando te pueden pegar por la calle si no gritas '¡Viva España!'". Al parecer, y siempre según el sedicioso, un joven de Mataró sufrió una paliza el viernes supuestamente por negarse a gritar 'Viva España' ante un grupo que se lo exigía.

Ignoro si ese episodio es real, porque esta gente tiene una capacidad mayúscula para inventarse situaciones que les benefician. Jamás he defendido a los que emplean la violencia, por eso no puedo defender a Junqueras y a toda esa caterva que daba las órdenes que otros ejecutaban para actuar con violencia contra los que sólo hablaban español, portaban una bandera de España o se negaban a acatar lo que les imponían. Eso que Junqueras cuenta en su artículo ha venido sucediendo sistemáticamente en Cataluña, sólo que al revés. En nombre de la estelada y de la república de Catalonia, se han cometido atropellos infinitos, con agresiones que no han trascendido a la prensa, con escraches, con insultos, con persecuciones, con humillaciones que no han parado hasta el sometimiento de la voluntad de aquellos más débiles.

No me gusta que se le dé la vuelta a la tortilla para seguir haciendo más de lo mismo, sólo que al revés. A lo mejor tantos años oprimidos y en silencio, los que callaron por miedo, ya no se muestran dispuestos a seguir aguantando el tipo y salen, a cara descubierta, a devolver parte de lo mucho que ellos han venido sufirendo. Porque para un constitucionalista, para un españolista ha sido muy duro y muy difícil vivir en Cataluña durante los oprobiosos años de Arturo Mas y Carlos Puigdemont. No creo que de la noche a la mañana, Cataluña se haya llenado de grupos ultra, como asegura Junqueras, que actúan con total impunidad. Allí siguen llevando las riendas del supuesto orden los Mossos y hasta donde sabemos, ya se encargan ellos de hacer la vida imposible incluso a sus propios compañeros que no piensan como los Mossos independentistas y también sediciosos.

Acusar ahora al PSC de connivencia con la violencia es una estrategia barriobajera ante las posibilidades no tan remotas de que Mikel Iceta se haga con la Generalitat, con pacto, pero con escaños suficientes como para gobernar.