Como los perros, el Reino Unido marca su territorio. El 'brexit' está cambiando muchas cosas en un país modelo de democracia, si es que hay algún país en el que en verdad este sistema político se pueda considerar modélico. La semana pasada, la noticia, difuminada por el hecho catalán, no dejaba de sorprender. El ministro del Interior del Reino Unido invitaba por carta a ciudadanos de la Unión Europea sin recursos a abandonar el país para evitar quedar en la "indigencia". ¡Madre mía, dónde se ha llegado! Me parece vergonzoso que se 'eche' de esa manera a quienes no pueden contribuir a la riqueza o al progreso de un país por falta de recursos.

El mejor recurso es un trabajo digno y bien remunerado, ni más ni menos, bien, como debiera ser para todos los trabajadores. Si en otro momento de la historia del Reino Unido, se les permitió a entrada y representaron su papel, ¿por qué ahora no? En este mundo nuestro o estás forrado de dinero, o robas, o medras o no tienes nada que hacer. Y ya vale.

Quien ha destapado el asunto ha sido un periódico británico, The Obsever, que ha sido el encargado de divulgar una misiva recibida por un ciudadano rumano en la que el Gobierno le recomienda que considere trasladarse a otro país del bloque comunitario. Desde que los británicos han dejado de serlo, sólo a medias, vuelven a mirar por encima del hombro al resto de la Europa más o menos unida y o tienes y aportas o no eres ni estás. Así de duro y así de real.

La carta en cuestión no tiene desperdicio. En uno de los párrafos de la misiva dirigida al ciudadano rumano puede leerse: "Usted podría evitar caer en la indigencia si vuelve a Rumanía o a otro Estado miembro de la UE donde podrá disfrutar del acceso a todos los derechos de la Convención Europea de Derechos Humanos sin interferencias". Es decir, que en el Reino Unido no hay Derechos Humanos que valgan, por lo menos para las personas sin recursos, de hecho se pueden producir interferencias de todo tipo. En el resto de Europa, los Derechos Humanos no han prescrito, por lo tanto existen, y la vida de los sin recursos puede cambiar. O no. Depende de la situación económica del país de que se trate.

Porque no es oro todo lo que reluce en el presente de un buen número de países de la UE. Rumanía está entre ellos. Y presta a muchos de sus ciudadanos a la inmigración. Lo grave del caso es que en teoría, el Reino Unido no ha abandonado todavía esa Europa donde, al parecer, sí existen los Derechos Humanos para todos, no sólo para los oriundos. El asunto no es baladí. Según el diario británico de marras, el Reino Unido deportó a 5.301 comunitarios en los doce meses previos a junio de 2017, el máximo nivel desde que se iniciaran los registros que se llevan a cabo para su cuantificación.