Nos han devuelto la hora robada. Todos los años la misma función en base a un supuesto ahorro energético y a un aprovechamiento máximo de luz solar. Y por luz solar no podemos llorar, lloraremos por la ausencia total de lluvia, pero no por este sol contumaz que al parecer tiene los días contados según los augures meteorológicos. Y como todos los años por estas fechas, cuando toca cambiar la hora oficial, tanto la del invierno como la del verano, la discusión científica está servida. Unos opinan que los cambios de horario afectan a la salud y otros aseguran que no tiene efecto alguno.

Hace más o menos un año, los parlamentos balear y valenciano pidieron que el cambio otoñal no se realizara y de esa forma viviéramos el invierno con la hora de verano. No voy a entrar en hábitos y costumbres, pero sí me voy a alinear con la ciencia que estudia esta cuestión, que no lo tiene muy claro pero que, sin embargo, ha dado nombre al asunto, se llama cronobiología.

Dicen los estudiosos del tema que esta movilidad incide notablemente en la disminución de la concentración y el aumento de accidentes, riesgo cardiaco y propensión al suicidio. Son palabras mayores. Lo suficientemente gruesas como para que no se echen en saco roto. Y es que a quienes corresponde nos deberían explicar estas y otras cuestiones relacionadas con nuestra salud, y no sólo apelar al ahorro energético. Bien es verdad que no se ha encontrado una relación directa entre el cambio de hora y sus efectos en la salud, sin embargo las teorías siguen aflorando y la polémica es un hecho sobre el que muchos debaten. Lo que no se puede discutir es que existe una cierta coincidencia entre las modificaciones de la hora y algunos de esos fenómenos.

Los trabajos de unos y otros investigadores se suceden con mayor o menor fortuna. De hecho, en ciertos diarios médicos como el New England Journal of Medicina han llegado a publicar que existía un aumento del 8% en el número de accidentes de circulación los lunes que suceden a un cambio horario. La Universidad estadounidense de Stanford ha corroborado esa relación.

No sé usted, querido lector, cómo lo llevará. Servidora no ha notado cambio alguno. Sigue el ritmo frenético de todos los días, con el añadido de las visitas al camposanto a tenor de las fechas que se avecinan. Volviendo a lo que nos ocupa, hay que tener en cuenta que el cambio horario influye más en niños y personas mayores que en jóvenes y adultos. Cambio que ha llegado a Bruselas donde un grupo de diputados de todos los colores ha abogado por introducir una moción para acabar con el cambio de hora bianual. ¿Por qué será?