Según publicaba nuestro periódico el pasado domingo, el saldo empresarial en Castilla y León es muy negativo, ojo al matiz, no es negativo, es "muy" negativo. Y eso es grave. Eso significa que mientras el resto de comunidades ganan, Castilla y León pierde. No es que a nuestra comunidad no vengan o no quieran venir las empresas, es que paulatinamente nuestra autonomía va perdiendo las pocas que le quedan. Algo se está haciendo mal. No voy a levantar el índice acusador para señalar a estos o aquellos. Posiblemente la culpa la tengamos todos. Gobierno autonómico, gobiernos municipales, patronal, sindicatos y los propios ciudadanos que nos hemos hecho o se han hecho en exceso acomodaticios. No sé cómo podemos acomodarnos en situaciones precarias.

Si es verdad que, según el empresariado, la provincia está sobradamente preparada para acoger a las sociedades que quieran trasladar su domicilio social fuera de Cataluña, que lo demuestren, que se muevan, que den un paso adelante, que se informen, que viajen a Cataluña y pregunten al señor Rosell lo que deban preguntarle. Pero no. La CEOE se lamenta de que no se esté aprovechando la situación y se atreve a censurar a las instituciones por su "inacción". Estamos de lamentos hasta el moño y de que se tire de la ubre institucional para todo. Dónde queda la iniciativa privada, la iniciativa de esos inventos que nos sacaran del ostracismo y que estamos deseando ver en acción para ver lo que dan de sí.

El empresariado o lo que es igual, la CEOE y también la Cámara de Comercio, tienen el deber y hasta la obligación de no permanecer en la "inacción" ya por todos conocida. Son los que tienen que dar un paso adelante y pasar a la acción. Ahí está el ofrecimiento de suelo de algunos alcaldes de municipios zamoranos. Lo mismo si se vendiera bien la moto hasta se podrían colocar las piezas de recambio. Con la particularidad de que no es una moto cualquiera. Castilla y León y por ende Zamora, nunca han sabido venderse. Nos hablan de potencial, nos hablan de posibilidades que, desgraciadamente, se traducen en nada. Y así llevamos toda la vida, esperando el Santo Advenimiento que no llega.

Un advenimiento que era chino, luego japonés, más tarde estadounidense, luego alemán, polaco, y así se ha ido recorriendo con el deseo o el interés, el mapa de Europa y del mundo. Y ni unos ni otros. ¿Qué se hace mal? Nos sobra suelo, nos sobran naves, pero ni las grandes ni las pequeñas y medianas empresas se cuelan por el agujero del ofrecimiento para tejer el necesario tejido industrial que nos saque de la nada en la que llevamos inmersos. Tiene que ser labor de todos. Creo que es un error esperarlo todo de las administraciones. Pues claro que tienen el deber y la obligación de lanzarse al ruedo. Con el no ya van, si alguna dice sí, eso que se llevan por delante en beneficio de Zamora y de tantos zamoranos como incrementan las listas del paro.

Hagan algo o, mejor, hagamos algo para conservar lo poco que tenemos.