El Euribor a un año, el indicador que más se utiliza en España para calcular las cuotas de las hipotecas a tipo variable, ha cerrado el mes de septiembre marcando otro mínimo histórico en su valor al hacerlo al -0,168%, hecho que permitirá dar una pequeña alegría a aquellos hipotecados que les toque hacer una revisión próxima de su deuda.

Hace ya más de un año, en febrero de 2016, este indicador registró su primera tasa negativa de la historia al cerrar en -0,002% y desde entonces no ha dejado de evolucionar a la baja. Su máximo histórico lo alcanzó en julio de 2008 marcando el 5,393%. La evolución de su ya dilatada historia, hace que su media si sitúe en el 2,35% con la particularidad de que siempre ha estado por debajo del valor del precio del dinero oficial excepto en 2008.

El Euribor (Euro Interbank Offered Rate), que entró en vigor en diciembre de 1998, es un índice de cálculo diario, que indica el tipo de interés promedio al que los bancos están dispuestos a prestarse el dinero. Lo curioso del caso es que su valor no viene dado por los datos de operaciones realizadas, se calcula a partir de los precios ofertados. Por lo tanto, su valor, es un dato hipotético por no reflejar la realidad, de ahí que haya habido varios fraudes y manipulaciones en su cálculo.

Estamos ante un indicador muy conocido y con el que todo el mundo se encuentra familiarizado pero, en el fondo, sigue siendo el gran desconocido y generando dudas con algún que otro quebradero de cabeza. Un estudio revela que casi el 30% de los hipotecados no sabe cómo le afecta a su economía doméstica las variaciones que experimenta. Y la mayoría, desconoce que sirve también para calcular el interés de otros productos financieros de ahorro como puede ser el caso de ciertos depósitos y algún fondo de inversión.

El Euribor no deja de ser un producto de riesgo que está sujeto a fluctuaciones no predecibles para un futuro lejano. Digo futuro lejano porque la inmensa mayoría de las hipotecas tienen un periodo de vida superior a los 20 años y en ese tiempo, como saben, pueden ocurrir multitud de incidencias y alguna de ella desconocida. Por ejemplo: nunca se predijo que llegara a estar en negativo y este septiembre lo ha dejado en su mínimo histórico. Los últimos meses ha estado goteando a la baja, marcando movimientos en el orden de las centésimas lo que ha ido redundando en mínimos descensos monetarios en las hipotecas. Esa lenta evolución negativa puede estar indicando que su suelo de cotización esté cercano y a partir de ahí cambiar a una tendencia positiva al alza. El indicador repuntará tarde o temprano pero no por sí solo. Lo hará con el permiso del BCE (Banco Central Europeo) cuando éste cambie la política monetaria, es decir, cuando comience con una subida de tipos y cuando compre menos deuda.

Si somos realistas, no tiene ningún sentido que el Euribor esté cotizando en negativo. El BCE califica este hecho como de extraordinario, así como las medidas monetarias que se han tomado y que han sido por necesidad, facilitando la salida del atolladero económico por el que se supone que hemos pasado.

Las previsiones de los analistas es que volverá a signo positivo a finales de 2018 o principios de 2019. Ese cambio de tendencia se hará cuando el BCE modifique los estímulos monetarios. Mientras tanto, el Euribor seguirá por estas latitudes y únicamente, según se vayan retirando, irá tomando la senda progresivamente alcista hasta ponerse en un valor positivo y quién sabe si en un futuro se situará por encima de los máximos de antaño. Mientras que la inflación se mantenga por debajo del 2% el BCE no subirá demasiado el precio del dinero. Pero si ve indicios de repunte inflacionista subirá el interés oficial para combatirla y acto seguido el Euribor irá detrás en la escalada. La política económica es titubeante. Si virase hacia el lado que el BCE tuviese que hacer un cambio radical en su política monetaria, el Euribor experimentaría una brusca subida dejando cadáveres por todas partes.

Atendiendo a esta reflexión, el hipotecado o futuro hipotecado debe de ser consciente que al indicador le queda poco recorrido a la baja. Esa ida de que el banco nos llegaría a pagar por nuestra hipoteca si sigue bajando su valor, la debemos ir abandonando. Como decía, el futuro es un tanto impredecible; por si acaso, los bancos han puesto una nueva cláusula llamada "cero" por si el Euribor tendiese más hacia mínimos.

Al repuntar el índice, el hipotecado verá cómo se incrementa su cuota de devolución para lo que tendrá que estar preparado y tomar las medidas más oportunas para que su economía doméstica no se resquebraje. Los más perjudicados ante un hipotético repunte, serán los que firmaron su hipoteca allá por el 2013 porque ellos son los que asumieron los diferenciales más altos (sobre el 2%). A esos, por poco que suba, notarán de inmediato que el pago de intereses se incrementará notablemente. Ese colectivo debería plantearse una novación o cambio de hipoteca ahora que aún pueden aprovecharse de las ventajas de una buena hipoteca fija o una que tenga asociados menores diferenciales. Evidentemente no todos los casos son iguales y la repercusión no es la misma para los que le quede poco tiempo para finalizar la deuda. No quiero ser pájaro de mal agüero: muchos hipotecados actuales y que han formalizado su hipoteca en estos últimos años les costará mucho afrontar una subida en la cuota de su préstamo.

Estamos de nuevo ante la posibilidad de una nueva burbuja de sobreendeudamiento y esto es un riesgo demasiado grande. Los créditos al consumo están en pleno auge con intereses un tanto disparatados. No nos olvidemos que a las entidades bancarias, de momento, le interesa más un préstamo preconcedido al consumo que una hipoteca. Y por supuesto, el pago aplazado de la tarjeta de crédito, muy rentable para el prestamista, es una de las mayores aberraciones que puede cometer un individuo para su economía doméstica.

(*) Trader Independiente

@ToGarMos