E l inaudito golpe de Estado o algo parecido que se ha querido perpetrar en Cataluña, ha tenido en Pablo Iglesias su mayor valedor y corifeo. A Iglesias le importa un bledo la unidad de España. Como tiene a sus corrientes repartidas por todo el territorio nacional, en caso de 'escisiones' siempre tendría donde ir a medrar al lado de los suyos. Escucharle en el Congreso de los Diputados donde reside la soberanía nacional o en cualquier declaración ad hoc, siempre que le plantan una alcachofa delante de la boca, es como poco vomitivo. No entiendo por qué no se muda a Cataluña, se empadrona allí de una puñetera vez y con Anna Gabriel, con la que también puede enrollarse como buenos coleguis, se dedica a montarla todo el santo día. Es lo que mejor se le da, hacer la calle, es decir, movilizarla.

Yo no sé a qué espera para cambiar de aires, los de Madrid le aturden y confunden. Mira que confundir todo lo dicho y sobre todo lo hecho por Puigdemont con un acto de sensatez del presidente de la Generalitat. Lo ha dicho bien clarito: "Hay que agradecer la sensatez a Puigdemont". No tenemos la misma definición de sensatez. Puigdemont ha llevado a Cataluña al borde del precipicio. Puigdemont ha mentido reiterada y obtusamente a los catalanes. Puigdemont es un ídolo con los pies de barro. Ha engañado a todo el que se le ha puesto por delante, incluidos los chicos y las chicas de la Cup, ha tomado el pelo a instituciones, empresas, ciudadanos, prensa, a todos y, al final, no sé yo si ni servirá para la tradicional figurita navideña de Cataluña.

Hay quienes sostienen que el enfado de la Cup es producto de un montaje pactado entre todos ellos. Aunque si he de hacer honor a la verdad, las caras de después con respecto a las de antes eran un poema. Y entre tanto, Pablo Iglesias atizando el fuego con la badila de su lengua. Iglesias es el valedor y el acicate del independentismo. Si de sensatez y de prudencia hablamos, la que por demás está teniendo el presidente del Gobierno. Todos queremos que aplique de inmediato el 155, pero, a ver quién es el guapo que toma la iniciativa sin el consenso necesario, porque si luego algo sale mal, con decir aquello de "un servidor no ha sido" al cabo de la calle. Afortunadamente el PSOE demuestra ser un partido de Estado y, digo yo, que se da cuenta del grave error que se comete si se deja pasar la oportunidad de hacer ver a los secesionistas, a los del cisma interno y externo, no ya quién manda, si no quién tiene la razón. Y la razón está del lado de la Constitución, del lado del Estado de Derecho, del lado de la Ley.