Con motivo del decepcionante eclipse de sol que hubo en septiembre, pues sólo lo intuyeron unos pocos, no han faltado quienes expresaron toda clase de despropósitos, hasta llegar a fantasear sobre un posible fin del mundo el pasado 23 de setiembre. Una especie de psicosis colectiva está instalada en los medios de comunicación, explotada hasta la náusea, por los especuladores terroríficos del nihilismo y de la depresión. Hace tiempo el prestigioso teólogo Charles Armigon escribió un libro en el que da todas las claves bíblicas teológicas, filosóficas o científicas para entender el problema misterioso de El Fin del Mundo (tal es el título del famoso libro) muchos de sus análisis a pesar del tiempo transcurrido son válidos en la actualidad. La historia de la Humanidad no es un drama sin sentido, una serie de hechos aislados sin coherencia por absurda, sin un antes y un después, como defiende la ciencia materialista y atea de hoy, la que se enseña en todos los centros de educación desde la primaria y la misma universidad, en la que de un plumazo se han suprimido toda la facultades de Teología. La ideología dominante que se impone como sea -sí o sí- se basa en a priori inverificable como que el universo actual subsistirá siempre, por lo que si progresa, se debe únicamente al trabajo del hombre mediante el impulso cada vez dado a las ciencias y la tecnología digital que haría realidad el mito del Mundo Feliz (Huxley) que aún no se ha logrado desde que lo predijo. Para la filosofía atea capitalista o marxista las postrimerías escatológicas: juicio, infierno, gloria serían mitos, porque el hombre sería aquí y ahora inmortal. Frente a este optimismo, se levantan los agoreros del futuro que proclaman el inmediato fin del mundo el día 23 de septiembre. Que iniciaría el gracioso diminuto norcoreano con su despliegue nuclear. En Cataluña lo estarían intentando los comunistas anticapitalistas de la CUP con Puigdemont al frente del zafarrancho y Junqueras como pinche de cocina.

La verdad revelada y creída por la Iglesia Católica acudiendo a las fuentes de la tradición y de los grandes Padres de la Iglesia que interpretan correctamente los textos bíblicos de la Sagrada Escritura sobre el fin del mundo, pretende calmar a las almas agobiadas y ansiosas de nuestros días, ofreciendo la solución verdadera a estos graves interrogantes del final de la historia. Ya san Pablo hace dos mil años avisó a algunos cristianos despistados y aterrorizados cuando les dijo: "Os ruego hermanos míos, que ninguno de vosotros se deje engañar de ninguna manera como si el día del Señor estuviera a punto de llegar. Ya que el hijo de Dios (Jesucristo) no descenderá por segunda vez antes de que hayamos visto aparecer el hombre de pecado el hijo de perdición?)". La célebre novela de G. Bernanos, Bajo el sol de Satanás, tiene hoy sus réplicas en los terrorismos fundamentalistas, legalización del homicidio censurado que es el aborto y la eutanasia que está en la lista de espera delos ataques de la vida humana; en la destrucción de familia y del matrimonio en forma de ideología de género, en la corrupción programada de la niñez y la juventud; en los ataques continuos a la Iglesia Católica con profanaciones continuas en muchos lugares, desde capillas universitarias y pinturas blasfemas en las paredes de Iglesias, hasta profanaciones satánicas del Santísimo Sacramento. Detrás de todo está el ateísmo de la terrible blasfemia del Odium Dei. Lo mejor para entender el fin del mundo es leer en los Evangelios el discurso escatológico de Jesucristo, quien dijo: El cielo y la tierra pasarán más mis palabras no pasarán.

Fidel García Martínez