Desde hace unos meses, quizá años, tal vez siglos, esa región del este de España viene pronunciando la palabra "independencia", aunque su actitud ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Lo que empezó siendo la rabieta de un niño adolescente, que quiere irse de casa pero volver el fin de semana a que sus padres le hagan los oficios varios, ha pasado a ser la obsesión de un loco, empeñado en decir que hay alguien que le persigue y que le roba e infinidad de cosas más que hemos tenido la ocasión de escuchar en esos "Cataluñadiarios", que es en lo que se ha convertido ese programa que dan los canales de televisión a la hora de comer.

Dicho esto hasta aquí, podemos decir que estos asuntos son de mera política o, como mucho, asuntos judiciales que poco o nada tienen que ver en una columna de un periódico, del oeste de España, en la sección de Religión. Pues tiene que ver? y mucho.

Hace unos días 308 sacerdotes catalanes exigen votar el 1-0 porque según ellos "el Evangelio defiende este referéndum", y es aquí cuando la cosa trasciende lo meramente político y se cuela en la Iglesia, igual que el humo, sin saber muy bien cómo, pero ha entrado. Ante esto creo que es necesaria una respuesta, que yo no pienso dar -eso les compete a otros- y que mucho menos ellos iban a tener intención de escuchar, pero sí invito a la reflexión.

Quisiera saber la respuesta de estos sacerdotes si yo les preguntara: ¿qué es primero para vosotros: ser catalán o ser cristiano (no digo sacerdote)? Quizá nos sorprendería la respuesta. Para mí el cristianismo es una "bomba lapa" que es capaz de hacer estallar todo de tal manera que estés donde estés te sientas cristiano, es decir, peregrino, caminante, con suelo en este mundo pero caminando hacia otro. Allí donde existe este tipo de disputas es que el cristianismo no ha llegado hasta el fondo, no ha calado o bien se le ha añadido todo tipo de colorantes, edulcorantes y aditamentos que poco o nada tienen que ver con la fe.

No sé lo que pasará en el día de hoy en Cataluña, no sé si habrá detenidos o represalias. Lo único que sé es que hoy en Cataluña y en el resto de España van a ganar el odio, la división y las heridas abiertas de un pueblo dividido y eso, señores sacerdotes, es lo más anticristiano.