La Fundación General de la Universidad de Salamanca canceló este lunes la presentación de la Cátedra de Estudios Interdisciplinares de Tauromaquia de Castilla y León. La causa de tan inopinada decisión fue el riesgo de seguridad (¿?) derivado de la protesta de un centenar de manifestantes antitaurinos reunido a las puertas del Edificio Histórico de la institución académica. Sencillamente, una decisión incomprensible por parte de las autoridades universitarias, que no debieron claudicar ante una manifestación en la que, lógicamente, cada uno puede defender sus ideas ante cualquier asunto.

La cancelación supone un precedente que, lejos de calmar los ánimos en la calle, encenderá otras posibles mechas a poco que un grupo de estudiantes o de ciudadanos consensuen el rechazo a cualquier otra iniciativa universitaria que no compartan. Bastará con un llamamiento por redes sociales para concentrar grupos de protesta en menos que canta un gallo. Y asuntos de calibre para ello se nos pueden ocurrir a todos sin mucho esfuerzo.

Nadie debe poner en tela de juicio el respeto a la libertad de expresión, al que, sin duda, todos tenemos derecho. Lo curioso es que la cátedra en cuestión va a permitir abordar aspectos de todo tipo sobre la tauromaquia, declarada desde 2014 en Castilla y León Bien de Interés Cultural con carácter inmaterial. Hay que recordar que esta propuesta de estudios interdisciplinares incluye la investigación y la transferencia de conocimiento sobre la materia, concitando la participación de intelectuales y especialistas y generando espacios para el debate abierto sobre una actividad que forma parte inexorable de nuestro patrimonio cultural. Incluso, en la concepción de este estudio universitario se contempla abordar la problemática social que la lidia del toro suscita hoy en día en una parte de la sociedad. Por todo ello, la decisión de la universidad salmantina es un error, máxime cuando se trata de una institución que es cuna del saber universal, en el que, por cierto, la tauromaquia se ha ganado a pulso un merecido hueco.