Faltaban por hablar del proceso independentista catalán, los más conocidos intelectuales y artistas catalanes. Y lo han hecho con coherencia, con valentía, con sentido común, con "seny", es decir, con cordura. Personas fuera de toda duda como Eduardo Mendoza, premio Cervantes, Joan Manuel Serrat, Juan Marsé e Isabel Coixet entre otros muchos lo han dejado bien claro. Estamos ante un proceso "descarrilado", "rigurosamente incompatible con un Estado de derecho", un "esperpento" un proceso "sin garantías y sin la debida información a los ciudadanos", un proceso "sin la debida validación internacional".

Porque a pesar de que en Valladolid o en Palencia, cuatro descerebrados movidos por los morados, salgan gritando consignas a favor de la independencia de Cataluña, haciéndose eco de las mentiras que tradicionalmente ha venido contando el aparato independentista, en este caso, que no cuenta con el respaldo internacional, no se dan las circunstancias de colonización o dominación, no hay neutralidad por parte de los convocantes y se da la paradoja de que no está convocado, está anunciado verbalmente. Y es verdad. Y eso es así. Por mucho que se hayan empeñado en hablar de "presos políticos" y de "dominación y colonización" española y de no sé cuántas barbaridades más.

Joan Manuel Serrat, catalán de España, demócrata y de izquierdas, a mucha honra, compositor y cantante comprometido, uno de mis favoritos, ha mostrado sus dudas con argumentos de peso, con argumentos que no dejan lugar a duda alguna sobre su sentimiento y sobre su "seny", es decir, sobre su cordura. El catalán ha afirmado que la llama que produjo el descarrilamiento al que asistimos fue "el Estatuto que Zapatero prometió defender en 2006". Es mejor no comentar, alineada como estoy con los que piensan y opinan sobre aquellas dos desgraciadas legislaturas en las que este señor ocupó la presidencia del país. A ZP se le llenaba la boca de promesas, cuántas de ellas imposibles de cumplir. Dejó una herencia envenenada a sus sucesores, fueran del partido que fueran, y ahí está el resultado final. A posteriori, entre todos la mataron y ella sola se murió.

Dice Serrat que, ocurra lo que ocurra ahora, "se ha engorrinado la casa". Y lo peor, "en el futuro cercano quedarán graves heridas que no sé si el resto de España sabrá apreciar". Claro que el resto de España sabe apreciar eso y el esfuerzo de coherencia tan grande que están haciendo gentes como este trovador, que se han puesto de frente, nunca de lado, a la hora de reconocer que el Gobierno de Cataluña no ha hecho las cosas bien, y que España y su Gobierno, sea del color que sea, no le dispensan ese trato cuasi vejatorio que Forcadell y compañía esgrimen para envalentonarse ante los rebaños que les jalean.