" Qué tiempos serán los que vivimos que hay que defender lo obvio". B.B.

Artículo veinticinco punto uno de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios?

El derecho a una vivienda digna no se refiere solamente al derecho a refugio sino que, como señala el Observatori DESC, implica también el derecho a acceder a un hogar y a una comunidad seguras en las que vivir en paz, con dignidad y salud física y mental.

En 2016 el Estado español ejecutó sesenta y tres mil treinta y siete desahucios, lo que supone una reiterada violación de un derecho fundamental. Por sencilla que parezca, la explicación puede enunciarse de la siguiente manera: los intereses del capital defendidos por los Estados liberales entran en conflicto con los intereses de los seres humanos. Los Estados acaparan el poder en lo que al diseño de la legislación se refiere -es decir, en adecuación a sus intereses-, así como el monopolio de la violencia que les permite hacer cumplir esas leyes por encima, incluso, de las personas a las que deben proteger.

La Plataforma de Afectadas por la Hipoteca (PAH) es una iniciativa popular que lucha para que todos veamos efectivamente reconocido nuestro derecho a la vivienda. Las herramientas con las que cuenta este tipo de acciones son la auto-organización colectiva y la denuncia explícita del contexto de discriminación en el que nos movemos. Sin capacidad legislativa y sometida a la fuerza de la ley injusta, la salida es la contestación social a través de la protesta y la crítica.

El pasado 1 de junio varias personas decidieron reunirse frente a la Delegación de Hacienda de Zamora para defender este derecho fundamental. A raíz de esto, la Subdelegación del Gobierno denuncia a algunas de ellas, previa atribución borrosa de la organización del acto, vinculándolas directamente con la PAH. La identificación no se llevó a cabo directa y personalmente en el momento de la acción, sino posteriormente y a través de unas fotografías encontradas en Facebook. La selección de estas compañeras se hizo de manera arbitraria con el objetivo de señalar a conocidas activistas de la PAH y a otras mujeres y hombres del entorno. Arbitraria porque el reconocimiento de algunas de ellas no es posible a través de las fotos, prueba a la que se alude, y porque otras personas "menos conocidas" no han sido denunciadas. Si repasamos los antecedentes -las activistas de la PAH en Zamora han sufrido hasta diez denuncias por desacato, coacciones o resistencia mientras actuaban contra la vulneración sistemática del derecho básico a una vivienda- y añadimos estas nuevas operaciones de represión, no creo que haya que ser muy perspicaz para darse cuenta de que el objetivo de la Subdelegación es lanzar un mensaje claro a la PAH y un toque de atención al resto de vecinos y vecinas de Zamora para que nos lo pensemos bien antes de colaborar con esta organización.

Al menos hay dos ámbitos de discusión en este asunto. Uno es técnico. En este sentido, es cierto que no hubo tiempo (por la urgencia de la subasta) para comunicar a la Subdelegación del Gobierno dicha concentración, así que las opciones eran actuar en defensa de un Derecho Humano sin haber pasado por el trámite legalista, o no actuar. Las activistas actuaron. Los funcionarios no demandaron in situ la documentación de los participantes, así que hechos objetivos como portar una pancarta que reclama el derecho a una vivienda digna, o percepciones subjetivas como una supuesta actitud de líder, son los argumentos utilizados por la Subdelegación para iniciar un procedimiento sancionador contra individuos concretos. El gobierno reconoce la asistencia de alrededor de cincuenta personas, pero fija el foco en seis. Seis activistas conocidas por su compromiso social en Zamora y, por cierto, no todas de la PAH.

Este barrizal se comprende si nos vamos al otro ámbito: el político. Desde esta perspectiva, la chapuza se desvela como represión. La PAH constituye un vehículo de concienciación y denuncia contra la injusticia sistemática, así como un espacio de resistencia colectivo que entraña un germen de transformación. El poder es capaz de identificar este riesgo potencial y decide actuar. Hoy, las personas de la PAH no suponen una amenaza inmediata, pero sí brasas que hay que apagar. No son escuchadas como gritos, sino como susurros, por eso la colocación de esta mordaza, identificando la infracción como leve, podría decirse que es "suave".

Una colleja a las alborotadoras intentando expropiarles trescientos euros y un mensaje subliminal del tipo "no os paséis un pelo porque estáis en mi lista".

Nadie que esté a favor de los Derechos Humanos en general y de los derechos a la libertad de expresión y a una vivienda digna en particular puede estar de acuerdo con que, legalmente o no, se ataque a las personas que los defienden y los ponen en práctica. Las leyes deberían ser instrumentos para garantizar estos derechos, no fines en sí mismos que atentan contra ellos. Si perdemos esta perspectiva, la Ley 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana, o ley que nos amordaza, o ley que abre las puertas a la estigmatización y a la criminalización, o ley que afecta al derecho de defensa y la presunción de inocencia, o ley que inquieta al derecho a la información, en definitiva, la ley de inseguridad ciudadana, se convierte en evangelio cerrado para los intereses de la multinacional España.

Aunque nos inunda la propaganda, tenemos acceso a los hechos. Ahora que nos tocan, debemos tomar consciencia del momento histórico que vivimos y tejer redes de apoyo mutuo basadas en el compromiso y la solidaridad. Luchamos por los derechos de las personas. Ellos por los intereses de los bancos. Y aunque nuestra actual debilidad puede arrastrarnos a pensar que tenemos todas las de perder, aunque hoy nos aíslan con un dedo, aunque somos pocas y frágiles, frágiles y juntas nos acordamos de aquella frase de Myriam Cameros para repetirnos incansablemente: arropemos a nuestra fragilidad, compañeras, porque pronto será rugido.

Miembro de la PAH de Zamora