A finales del pasado agosto tuvo lugar en Bruselas una cumbre europea, organizada por Estonia que ocupa ahora la presidencia de la UE, en memoria de las víctimas del comunismo y el nazismo, una conmemoración que fue apoyada por todos los grupos políticos representados en el Europarlamento, salvo por los partidos de extrema izquierda. Los griegos de Syriza fueron los primeros en protestar por la celebración y alejarse de ella pero en el rechazo ha destacado igualmente la presencia española compuesta por Podemos, que no podía faltar, IU, que tampoco, y hasta Bildu, lo mismo.

Su presencia y su ausencia se basa en que los diputados europeos de estos partidos consideran inadmisible e inaceptable la equiparación de comunismo con nazismo. Le dijo la sartén al cazo. Es más, los de Iglesias lo consideran un error histórico, ahora que todo es histórico, y en un comunicado han condenado con dureza la organización de este tipo de actos porque no tienen cabida en las normas europeas, ni a su entender es equiparable el nazismo con el comunismo. ¿Que no son equiparables, que no tienen ningún punto en común? Millones de víctimas inocentes por ambas partes, sacrificadas a ideas totalitarias en genocidios abominables y monstruosos que la humanidad nunca olvidará.

Pero ya se sabe que a la extrema izquierda española si le mientan el pasado es como si le mientan la madre, aunque por supuesto ellos pueden decir lo que quieran de los demás, en uso de una libertad de expresión de la que quisieran tener la exclusiva. Cuando en España están tratando día sí y día también de reescribir a base de maniqueísmo la historia de la guerra civil, antes, durante y después. Para los comunistas y la izquierda más acérrima solo ha habido y hay dictaduras de derechas, mientras se olvidan del terror impuesto en muchas partes del mundo por el comunismo.

No es cuestión solo de cifras, por supuesto, pero también dado que ellos gustan tanto de manejar números a su favor aunque sean falsificados y manipulados. Pero el hecho es que comunismo desde su implantación hace justo un siglo hasta los tiempos actuales ha dejado una huella de sangre que no baja de los cien millones de muertos, fusilados unos, asesinados otros, muertos en campos de concentración, en prisiones, bajo torturas y todo lo que se quiera porque de ello hay cantidad de testimonios y de pruebas. En la Union Soviética y hasta 1987 que es cuando desaparecen de Rusia y países satélites los regímenes comunistas impuestos por la fuerza de las armas, se estima que llegaron a mas de 50 millones las víctimas. Después del carnicero Stalin, que fue quien acaparó las matanzas, el timonel Mao, en China, no dejó menos de 30 millones de muertos. Y luego otros países más exóticos, como Camboya con sus Jemeres Rojos, la amenazante Corea del Norte, Vietnam del Norte, y la totalidad de los países de uno u otro continente que han tenido la desdicha de padecer en sus carnes el horror comunista, que todavía sigue haciendo de las suyas, aunque las formas, las tácticas y estrategias sean ahora otras, más sutiles, pero con los mismos objetivos inhumanos y totalitarios destinados de nuevo al fracaso.