Pasó el verano. Volvemos a la "normal" anormalidad de ver como se vacía la provincia y como comarcas enteras quedan desiertas. Se acabaron las fiestas patronales, las semanas culturales, las recreaciones históricas, los mercados medievales, las reuniones familiares de nostalgia y exaltación de los apellidos, las celebraciones de los 50, 60, 65, 70 años, o los que se tercie con tal de juntarse en el pueblo gente marcada por la infancia, la emigración y la añoranza?Hasta el próximo agosto, que en Navidad hace mucho frío y calienta más en otras latitudes. Además, el tiempo corre que se las pela y ya no estamos para muchos trotes.

El caso es que, tras el oasis estival, regresamos a la cruda realidad y septiembre nos coloca ante un espejo que nos devuelve una imagen cada vez más dura y preocupante. Y nos recuerda viejos, y no resueltos, problemas y desafíos seculares que van camino de convertirse en insuperables, en enfermedades crónicas y letales. El principal, claro, es la maldita despoblación, seguida muy de cerca por el envejecimiento, la marginación y el abandono. Pero en este 2017, ¡albricias!, hay una novedad importante, y esperanzadora, respecto a otoños anteriores. Me refiero a ese plan, proyecto, sueño, utopía, o como queramos llamarlo, bautizado Zamora 10 que está haciendo sus primeros pinitos y que busca, ahí es nada, revitalizar esta tierra, aprovechar sus recursos y revertir esa dinámica fatalista, negativa y victimista que se ha enseñoreado de esta sociedad casi desde Viriato para acá.

Pienso que Zamora 10 es el intento más serio, razonado e ilusionante de cuantos se han hecho en beneficio de esta provincia? si es que se ha hecho alguno que merezca tal nombre. Discrepo en algunos puntos (me parece que hay necesidades más prioritarias que un nuevo museo de Semana Santa o que la remodelación de dos o tres mercados de abastos), pero, en general, la filosofía y los objetivos están construidos con los pies en la tierra y con un conocimiento claro de la situación zamorana y de sus posibilidades presentes y futuras. Y, sobre todo, el plan está hecho con ganas, casi con rabia, como queriendo decir "ahora o nunca, o salimos del pozo ya o nos quedamos abajo de por vida".

Quizás me exceda, pero en ese toque, en ese motor, atisbo la mano de Cipriano García, director de la Caja Rural de Zamora, y una de las personas que más cree en esta tierra y que menos se resigna a verla agonizar. Precisamente, la presencia de la Caja Rural en el meollo del proyecto es otro motivo de confianza. No en vano es la única entidad bancaria netamente zamorana (y una de las pocas castellano-leonesas) que nos queda y casi la única que apoya económica la mayoría de las iniciativas que surgen aquí, ya sean sociales, empresariales, culturales, deportivas, festivas, etc; algo que los zamoranos tendríamos que tener en cuenta a la hora de depositar y gestionar nuestros ahorros.

Echa a andar Zamora 10 y con él los peligros que le acechan. El primero, y tal vez más grave, el pesimismo que nos corroe desde tiempo inmemorial, ese "bah, ya veréis como no se hace nada, como pasa lo de siempre". Si Zamora 10 logra romper esta postura y despertar a la gente que aun confía en esta tierra, habrá ganado una batalla decisiva. Pero para eso es necesaria la implicación de toda la sociedad, diáspora incluida; no basta con dejar la pelea en manos de las entidades e instituciones que forman el consorcio, del gerente o de los empleados. Si los zamoranos nos ilusionamos con el proyecto, si creemos que es posible salir adelante, el éxito estará mucho más cerca que si, como hemos hecho tradicionalmente, nos desentendemos y repetimos lo de "no es cosa mía, yo no saco nada de ahí".

Otro peligro a evitar se llama politización. Es imprescindible que Zamora 10 consiga alejarse de la lucha partidista y de los intentos, que los habrá, de manejar el cotarro. ¿Recuerdan en qué quedo aquel infausto Plan Zamora? Y no digo más. Pues eso.

Una tercera amenaza se llama mamoneo, muy abundante en estos pagos. O sea, dar prioridad (y subvenciones) al amigo o al pariente aunque su proyecto sea peor que otros. Y, por favor, señor gerente y demás responsables, luchen hasta el último aliento contra la burocratización, el papeleo y las normas absurdas que regulan muchas actividades, especialmente cuando se trate de iniciativas en pueblos pequeños y en gentes que se asfixian con las instancias, las solicitudes y los informes. Muchos acaban desesperados y tirando la toalla. E Intenten agilizar las ayudas concedidas. Una cosa es que te autoricen un cobro y otra que te paguen en tiempo y forma.

En fin, veremos por dónde van los tiros. De momento, saludemos con esperanza y optimismo la llegada de "Zamora 10". Larga, y fructífera, vida. Nos jugamos mucho.