Aunque no parezca lo mismo mirar una mancha de color que un paisaje con figuras, es lo mismo. Lo difícil puede volverse fácil y lo contrario.

Hay infinitas formas de mirar al mundo, muchas maneras de interpretarlo, ya que en todas ellas subyace una filosofía que lo convierte paradójicamente en algo plural y singular, coexisten palacios con mazmorras, lo sublime con lo cotidiano.

En los tiempos que corren es necesario, de vez en cuando, hacer un paréntesis y empezar a mirar hacia otro lado, aunque no tiene que estar necesariamente alejada de nosotros esa nueva geografía, para encontrar la perspectiva necesaria y así poder entender lo que nos rodea por imposible que nos parezca encontrarle un significado.

Si nos detenemos en el arte actual vemos que mucha gente lo tacha de algo absurdo porque no entiende, ni le dice nada, y en verdad hay mucha mentira en él, pero junto a ello también nos encontramos con artistas extraordinarios que intentan cambiar el modo de ver y de mirar de una forma tradicional, según parámetros que a veces tienen que ver más con la irracionalidad que con la lógica.

Si nos detenemos en la idea de la contemplación, esa manera de observar atentamente la realidad, de forma serena, tranquila y placentera, nos será más fácil llegar a una interpretación más equilibrada de esa realidad que a primera vista nos resulta incomprensible.

Quiero hoy detenerme en varios grandes creadores para demostrar que no es tan difícil cambiar de perspectiva.

Uno es el neoyorquino Bill Viola, quien practica el Vídeo Arte, una corriente artística, nacida en EEUU hacia 1970, con Bruce Nauman y Vito Acconci entre otros, en la que se comenzó a utilizar el vídeo como soporte y el lenguaje audiovisual para trasmitir las obras.

A dicho autor una serie de experiencias personales: sufrió un ahogamiento de pequeño y estuvo a punto de morir; su madre murió un mes de febrero y su hijo nació justo nueve meses después, junto a otra serie de coincidencias, lo llevaron a elaborar un rico entramado conceptual para hacer reflexionar al espectador, a partir de la grabación de una serie de emociones humanas.

El mismo resumió su teoría en una compleja síntesis de formas para describir patrones de estructuras de información y las clasificó en tres grandes apartados:

La primera es la "Ramificada", dirigida de la parte superior a la inferior en una narrativa lineal. Se parte de un punto A para llegar al B.

La segunda es "De matriz" que se caracteriza por mostrar una progresión no lineal de la información. El espectador puede entrar en cualquier dirección y velocidad en la obra, conecta con Borges y su relato sobre la idea de laberinto, titulado "El jardín de los senderos que se bifurcan", donde a través de una supuesta novela china policiaca, nos desvela a su vez el tema central de su obra: el tiempo.

"El jardín de senderos que se bifurcan" es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades."

Y la tercera es la "Aleatoria" donde todo es importante e innecesario a la vez. En ella los espectadores pueden perderse y no encontrar la salida. Otra vez aparece la idea del laberinto.

Algo así como lo que a todos nos ocurre a veces en nuestras vidas.

También se ha visto muy influido por la religiosidad, la espiritualidad oriental, el budismo, el pensamiento Zen, el sufismo, la mística cristiana, y de todo ello, han ido surgiendo los temas de sus obras, el nacimiento, la muerte, el amor, la luz, la oscuridad, la fuerza, el silencio, la calma y muchas otras.

Su obra "El tríptico de Nantes" de 1992 consta de tres vídeos donde el hilo conductor es la respiración humana, algo tan sencillo y difícil como inspirar y espirar. En ellos aparecen a la izquierda, una mujer dando a luz, que se relaciona con la inspiración, en el centro un hombre sumergido en el agua que contiene la respiración y a la derecha la agonía de su madre, que simboliza la espiración.

Del mismo año es su obra "The Sleepers" (Los Durmientes) donde noticias de todo el mundo invaden todos los rincones del espacio expositivo de manera angustiosa e inquietante, y hay unos bidones metálicos con unos durmientes que con su respiración trasmiten paz interior al margen de los conflictos externos, surge del arte algo superior que anula hasta los acontecimientos político-sociales más perturbadores.

Del gran y prolífico poeta sufí del siglo XIII, Yalal Rumi, quien llegó a escribir más de 25.000 versos, el cual alcanzó la categoría de ser perfeccionado y cuyos seguidores son los derviches giróvagos, tomó los siguientes versos para crear su Buried Secrets, donde proyecta imágenes de humanos con velos y donde una mujer y un hombre intentan encontrarse sin conseguirlo, que presentó en 1995 en la Bienal de Venecia:

"Cuando las semillas estén sepultadas en lo más profundo de la tierra, los secretos más íntimos se trasforman en jardines florecientes".

Piensa que fuera de lo físico existe un filamento intacto entre los seres, y el arte no es sólo la interpretación del mundo real, se necesita otra trascendencia para poder desarrollar un proceso creativo, y este es un revulsivo para que cambiemos el enfoque de nuestra mirada.

El segundo autor del que quiero hablarles es del gran Antonio López, el pintor del deslumbramiento. Leí hace pocos días una entrevista suya en la revista Tiempo, realizada por el periodista Luis Algorri y me fascinaron sus ideas.

Gran admirador de Velázquez, dice que a él lo que le interesa es trabajar los distintos tipos de luz, que cuando pintó "La Gran Vía" tardó seis veranos. Todas las mañanas se apostaba en el mismo sitio al amanecer para apresar esa luz. "En cuanto sale el sol todo se trasforma". "Pinto la luz a punto de huir, el silencio, la soledad, el desamparo, el vacío" "La verdad es ir a lo que emociona, ese es el territorio del arte que perdura."

Como pueden observar, la conexión o el filamento entre ambos artistas es casi idéntico a pesar de sus obras tan diversas. Al final de la entrevista le dijo al periodista que "Muchos ahora están haciendo muchas cosas muy verdaderas y que no son conocidas porque nadie habla de ellos" "¿Tú conoces a un pintor que se llama José María Mezquita?". El periodista no conocía al gran pintor zamorano (al que tantas tardes paseando por el bosque de Valorio vi inmerso en su proceso creativo observando en el cauce seco del arroyo, las raíces que surgían de lo profundo de la tierra a las que acabó trasformando en cuadros florecientes de secretos? de nuevo aparece un filamento que también los une), y Antonio López le respondió, "Búscalo. Porque yo lo conozco muy bien, pero lo maravilloso sería que lo conocieses tú. O que lo conociese quien esté en el despacho de la alcaldía, eso sería lo fantástico. Que en vez de tener allí una lámina de Miró tuviese un cuadro de este hombre. O bueno, que tuviese las dos cosas. Hay mucha gente de muchísimo nivel trabajando en la penumbra con las facilidades justas para hacer su trabajo. Y luego los que están en los focos son otros".

De pronto, al gran Antonio López le entró la prisa, empezaban a bifurcarse los senderos, tenía que atender a deberes cotidianos, y remató la entrevista de forma sorprendente.

"¿Qué hora es? ¿Qué andará haciendo el gato? ¿Vamos a ver?