Es posible que tengan razón algunos amigos lectores cuando me dicen que tengo una cierta tendencia a crearme enemigos, así que no me extrañaría que esta nota incremente la nómina. Miren ustedes, no seré yo quien critique las medidas políticas que está llevando a cabo el Gobierno del PP en Cataluña, pues, aunque habría que afinar algunos aspectos que tienen que ver con cierta dejadez e indolencia, es el único partido importante, consecuente con sus principios, con una oposición rotunda al monipodio independentista, al contrario que Podemos y algunos del PSOE que son pura ambigüedad calculada (hoy sí, mañana no y pasado no sé) que obedece a una estrategia de a ver si cae algo y pescamos votos en el río revuelto del proceso. Pero dicho esto, también les señalo que, a mi entender, los populares no acaban de dar con el líder adecuado para Cataluña.

Para ganar a los votantes en una peculiar Comunidad como aquella, el político representante del primer partido de España, no solamente tiene que tener iniciativa e ideas propias que se adapten a la idiosincrasia de la tierra --aunque a veces discrepen de las de su formación política central-, sino que además la imagen que debe proyectar es una herramienta fundamental para ese propósito. Los dos últimos representantes del PP carecen de esos atributos. Sánchez Camacho, la anterior, no aportaba nada nuevo, le faltaba un discurso original y diferente, actuaba solo al dictado de lo que le marcaban y le sobraba la imagen de cabreo (nunca se la ha visto sonreír) y de histeria expresiva, lo que sin duda la alejaba de los ciudadanos. El actual, García Albiol, aunque no me parece mal tipo, sigue la misma trayectoria, lo que no le permitirá, en el mejor de los casos, alcanzar más de un 10% de los votos en las próximas elecciones autonómicas. A ello contribuye su discurso sobre el desafío catalán, calcado del Gobierno central, así que muchos piensan que, para repetir lo mismo y no aportar nada nuevo, es mejor escuchar al original; además, la imagen que proyecta tampoco ayuda porque es como si marcara distancias. Se le ve decorativo, demasiado alto, atildado, poco cercano y durante estos meses con un moreno mate y negroide propio de los horteras de playa. No olviden ustedes que más del 35% de los catalanes no pueden permitirse una semana de vacaciones fuera de su domicilio.

Como conclusión, reitero lo dicho en el título: el PP no acaba de acertar con su líder allí y, para superar sus limitaciones, debería apostar, después del 1 de octubre, por alguno de sus políticos de la zona mas llanos y accesibles.