Septiembre ha llegado repleto de citas en la religiosidad popular de la ciudad de Zamora: la Virgen de la Concha, la Virgen de la Peña de Francia, el Cristo del Espíritu Santo, el Cristo de las Injurias, el Señor de San Frontis, la Exaltación de la Cruz? El próximo fin de semana, días 15, 16 y 17, la iglesia de San Andrés, templo del Seminario Diocesano, un tesoro arquitectónico demasiado desconocido, acogerá una nueva celebración del Triduo a la Virgen de la Saleta.

Esta advocación está presente en nuestra ciudad desde 1868, cuando llegara de la mano del obispo Bernardo Conde y Corral. Desde entonces múltiples han sido los avatares del grupo escultórico, encargado por su asociación de fieles al conocido imaginero local Ramón Álvarez. De su sede canónica, la iglesia de la Concepción, hoy Biblioteca Pública del Estado, pasaría al Museo de Semana Santa, donde el grupo -compuesto por tres figuras- había de ser mutilado y empleado para un frustrado paso de Semana Santa. Felizmente, en 1970 fue rescatado y trasladado al Monasterio de Santa Clara, en la calle Miguel de Unamuno, donde las Claras procuraron su culto en la clausura y organizaron el triduo de septiembre. En 2014, tras la exposición conmemorativa del 125 aniversario del fallecimiento del imaginero Ramón Álvarez, celebrada en el mes de mayo en el Palacio de la Encarnación, el grupo fue devuelto al culto público en su capilla actual de la iglesia de San Andrés. El grupo de fieles que promovió su puesta al culto fue, finalmente, erigido canónicamente como cofradía -asociación pública de fieles- el 25 de julio del año pasado.

Entre tanto ruido, la Virgen de la Saleta, invocada como Madre Reconciliadora, nos recuerda en San Andrés que no hay ruptura suficientemente grande que no pueda ser salvada y nos invita a superar las cadenas que nos impiden caminar en libertad, para ver -como escribió Pedro Casaldáliga- "cada cosa en su primero nombre y cada nombre en su lograda esencia".