El pasado 11 de julio el Papa Francisco nombró al misionero comboniano español P. Jesús Ruiz obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana), en donde es obispo titular el también comboniano español Juan José Aguirre. Será consagrado en la catedral de Bangui, capital de la República Centroafricana, el próximo mes de noviembre. El nuevo obispo es burgalés, tiene 58 años y empezó a trabajar como misionero en Chad en 1990; desempeñaba hasta ahora el cargo de párroco en la subprefectura centroafricana de Moungoumba.

Al P. Jesús lo conozco desde que era estudiante de teología en Moncada (Valencia) en los años ochenta del siglo pasado. Su nombramiento como obispo no ha sido ninguna sorpresa para quienes hemos seguido su actividad misionera en Chad y en la República Centroafricana. Tampoco nos ha extrañado a los que sabemos que el Vaticano ha tenido que enderezar el rumbo de la jerarquía en la República Centroafricana. En este país, que tiene algo más de 1.800.000 católicos (el 36 por ciento de la población) y 194 sacerdotes diocesanos, lo lógico era nombrar un obispo entre el clero local; pero no existen garantías para que un centroafricano regente una diócesis con la fidelidad y la responsabilidad debidas a tan alto cargo eclesial.

El P. Jesús Ruiz se ha convertido en el quinto obispo español miembro de los Misioneros Combonianos. Debido a mi estrecha relación con esta congregación religiosa a través de la revista "Mundo Negro", en la que he trabajado durante 42 años, he tenido la oportunidad y la suerte de conocer a los cinco prelados. El primer obispo comboniano español es Mons. Eugenio Arellano. Nació en Corella (Navarra) en 1944 y trabajó como misionero en Ecuador. Fue nombrado obispo por Juan Pablo II en 1995 y Vicario Apostólico de Esmeraldas, la provincia negra ecuatoriana. Le hice una entrevista en su misión de San Lorenzo en 1980, que titulé "Con el Evangelio en la mochila", porque entonces solía recorrer a pie durante varios días los llamados ranchos de la misión con una mochila a la espalda. Fue el título que puse a mi primer libro-reportaje sobre Ecuador y Perú. El pasado mes de abril, Eugenio Arellano fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

Dos obispos combonianos españoles, Miguel Ángel Sebastián y Juan José Aguirre, tuvieron que empezar desde cero en unas nuevas diócesis. Miguel Ángel fue nombrado primer obispo de Laï (Chad) en noviembre de 1998. Llevaba trabajando una veintena de años como misionero en este país sacudido por guerras y luchas por el poder. Aragonés por nacimiento, se siente profundamente chadiano, a pesar de tener que protegerse de un sol abrasador que se ceba con su piel propensa a los melanomas. Lo conocí en abril de 1969 en Moncada cuando era un joven estudiante de teología; ejercía de maestro de ceremonias en una ordenación sacerdotal de 12 compañeros misioneros. Estaba entre ellos mi buen amigo el P. Osmundo Bilbao, asesinado en Uganda en abril de 1982.

Juan José Aguirre, cordobés, fue nombrado primer obispo de Banganssou (República Centroafricana) en el año 2000. Tenía 46 años. No imaginaba entonces la que le vendría encima: 12 años después estalló en el país una guerra civil que ha causado un millón de desplazados y fomentó una furibunda animosidad interreligiosa. El propio Mons. Aguirre ha tenido que acoger en su parroquia a 2.000 musulmanes para no ser linchados por cristianos radicales. Él y sus parroquianos más fieles se han convertido en escudos humanos. Por estos contratiempos y por su celosa labor pastoral y social, el corazón de Mons. Aguirre se encuentra bastante debilitado, pero él quiere seguir en Bangassou, aunque sea como misionero de a pie.

El otro obispo comboniano español, Mons. Miguel Ángel Ayuso no realiza tareas pastorales en las llamadas tierras de misión. Fue nombrado obispo a los 64 años en enero de 2016 y sigue desempeñando el cargo de Secretario del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Experto arabista e islamista, habla cuatro idiomas además del español con un inconfundible deje sevillano.

Estos cinco combonianos españoles son un magnífico ejemplo de solidaridad con los africanos y los afrodescendientes, a los que San Daniel Comboni, fundador de los Misioneros Combonianos hace ahora 150 años, consideró los más pobres, explotados y abandonados de la tierra.