Nunca tan pronto se inició la vendimia en la provincia. La DO Toro ha comenzado ya la recolección de uva blanca y algunas bodegas también están recogiendo tinta. Las tormentas de principios de semana ralentizaron las tareas, pero se activarán a partir de mañana, de tal manera que a mediados de mes se alcanzará el pico mayor de actividad, lo que supone un adelanto de más de 15 días respecto a las últimas campañas, que también sufrieron avances sobre las vendimias de hace años, cuando lo habitual era comenzar los trabajos en la semana del 12 de octubre.

El adelanto de récord de este año tiene que ver con un verano seco y a la vez con dos episodios de lluvia muy intensos, localizados en la primera semana de julio, con una media de precipitación de 70 litros por metro cuadrado, y ahora, en la última de agosto, donde se han registrado lluvias de más de 30 litros en algunas zonas vitivinícolas de la provincia. Calor y agua han hecho que el proceso vegetativo de la vid se haya disparado, llegando a estas alturas en una fase de maduración avanzada.

El hecho de que los viticultores lleven ya muchos años vendimiando antes de lo que era tradicional hay que entenderlo dentro de un cambio de prácticas enológicas -el mercado aprecia vinos más elegantes y con menos graduación alcohólica por lo que hay que recolectar la uva en su momento óptimo de azúcar-, y es consecuencia, sin duda, de los primeros efectos del cambio climático, lo que debería hacer reflexionar a agricultores y bodegueros sobre variedades y formas de cultivo y también sobre el riego y otros tratamientos.

El sector vitivinícola ha iniciado la campaña consciente de que la producción va a ser mucho más baja que en las dos últimas vendimias. La caída puede estar por encima del 20% debido, principalmente, a las heladas de mediados del mes de abril y el pedrisco que ha caído en lugares muy concretos a finales de agosto. La pérdida de producción es generalizada en todas las zonas vitivinícolas de España.

El fruto presenta un buen estado sanitario. Precisamente la sequía ha ayudado a proteger las cepas contra el ataque de enfermedades muy comunes en nuestra provincia como el oídio y el mildiu. Falta aún la parte más delicada del proceso, el final de la maduración que tras las lluvias podría complicarse, aunque parece que las tormentas se han ido sin dejar daño y sí han hecho posible el beneficio de empapar la tierra para que la uva engorde. La preocupación por la yesca, que fue muy grande en los dos últimos años, ha disminuido, al haberse estabilizado la enfermedad o haber mermado sensiblemente en algunas calificaciones de calidad al empezar a resultar efectivos los tratamientos aplicados tras la prohibición del arsenito sódico.

El precio de la uva, el caballo de batalla de todas las campañas, al parecer, va a ser sensiblemente más alto que en las últimas vendimias, donde los productores de uva percibieron lo mismo que hace 25 años. Esta subida se justifica porque va a caer la producción y porque los excedentes acumulados en las bodegas son cada vez menores. La Mancha ya ha anunciado cotizaciones más altas y también lo han hecho algunas denominaciones de origen de Andalucía. Unas cotizaciones más elevadas seguramente frenarían el proceso de arranque que se ha iniciado en algunos términos municipales de la provincia ante la falta de rentabilidad de la actividad y recuperaría el ánimo de un gran número de viticultores, que han realizado importantes inversiones en sus explotaciones que no han visto compensadas.

En las últimas campañas ha aumentado la demanda de vinos a granel y de las exportaciones de vinos jóvenes lo que ha estabilizado los mercados. El sector vinícola sigue creciendo en la provincia. La DO Toro ya ha superado las sesenta bodegas y el resto de calificaciones de calidad mantienen también una línea de crecimiento.

El sector vitivinícola es un emblema de la provincia y a pesar de la pérdida de potencial productivo en las últimas dos décadas, donde se ha pasado de 30.000 hectáreas plantadas de viña a poco más de 13.000, la calidad y elegancia de los vinos no ha hecho más que aumentar y el reconocimiento exterior también, lo que se manifiesta en los continuos premios que consiguen las bodegas.

Es, sin duda, uno de los sectores con más futuro, ya que tiene posibilidades de incrementar su potencial productivo. Pero para ello es necesario que se mantenga la apuesta por la calidad, tanto del vino como del viñedo, para lo que resulta imprescindible que bodegueros y viticultores trabajen por intereses conjuntos. La rentabilidad debe ser el pegamento que mantenga unidas las dos patas de una actividad que da trabajo a cientos de personas y que en época de vendimia activa especialmente el empleo en la provincia.

Los cuatro consejos reguladores de las zonas vitivinícolas de la provincia tienen que acelerar los reglamentos de funcionamiento y marcar la hoja de ruta que deben cumplir bodegueros y cultivadores. El sector vitivinícola ha sido un asidero durante la crisis y mantiene su condición de crear empleo y de ser campanario de los valores de la provincia, donde la actividad agroalimentaria es la bandera que más ondea, con dos colores muy claros: el tinto y el blanco.