Codesal. Es la una del mediodía del domingo 20 de agosto; el pueblo, disfrutando de un apacible día veraniego, muchas personas en el bar Moby Dick tomando sus exquisitas tapas. De pronto, toque de campanas, como antes, alertando de que algo grave estaba sucediendo; inconfundible, el fuego, el fuego lo teníamos ahí, en La Mota, a menos de un Km. de nuestras viviendas.

Emergencia total; muchos jóvenes acuden raudos para ayudar si ello era posible, como en otros tiempos y ésta vez, nadie rechazó su ayuda generosa. Los vecinos, visionando la emisión de humo y haciendo cábalas del lugar exacto y su desarrollo e intensidad. Muchos niños contemplaban por primera vez el horror devastador del fuego, un recuerdo que va a acompañarles siempre. Aquello parecía una escena real de Apocalypse Now, la película de Francis Ford Coppola: helicópteros e hidroaviones, que sobrevolaban nuestras cabezas para llenar sus panzas en el vecino embalse de Valparaíso, a solo tres Km. del siniestro; equipos terrestres, maquinaria pesada, todo se movilizó con inmediatez y eficacia pues el resultado fue feliz: al cabo de tres largas horas, el fuego amainó y pudimos respirar tranquilos.

Esta vez todo fue favorable: el viento casi en calma, los equipos, disponibles, la toma de decisiones correcta donde - me dicen -, jugó un papel importante nuestro alcalde don Nazario Castedo.

Pero hay una pregunta irrenunciable: por qué. Estamos convencidos de que el incendio fue provocado. Se pudo controlar a menos de cien metros de un viejo pinar - pino silvestre - que, si llueve en otoño, produce abundantes boletus edulis y que son aprovechados por los vecinos del pueblo y ello a nadie le perjudica y sí beneficia. Todo estuvo a punto de perderse para esta generación.

El fuego se inicia al menos, a 400 metros de un camino muy transitado, pero por el punto concreto donde comienza, nadie pasa, nadie deja residuos: Entonces ¿porqué se produce?. Cuanta ponzoña anida en algunos corazones.

La Mota es un robledal centenario y magníficamente conservado; el suelo, antes, estaba limpio pues los pequeños brezos y hojas se aprovechaban para el estrumo. Hoy el brezo crece a sus anchas lo cual dificulta el control del fuego.

Ojala las fuerzas de policía e investigación descubran al culpable. Será una tarea ardua pero irrenunciable. Los habitantes de la zona nos sentiríamos aliviados.

Un chico me decía que estaba triste porque se habían quemado los robles, el monte. Visitó el lugar al menos tres veces. Nunca se le olvidará; será una imagen de eficacia, pero también de devastación.

Celestino Vega Acedo