Apesar de que todavía faltan unos días del mes antes de que desaparezca del calendario, el presente agosto se puede considerar uno de los mejores para el turismo de los últimos años en la provincia. En el caso de la capital lo confirmó hace unos días la Oficina Municipal de Zamora con datos en la mano y en las comarcas también se ha notado una animación especial, aunque aún sin cifras que lo confirmen. La sequía y las altas temperaturas que tanto mal hacen a algunos sectores, seguramente han jugado a favor del incremento de visitantes. No así de las pernoctaciones que continuaron a la baja durante las primeras semanas del verano, incluso el número de personas que llegaron a Zamora en junio fue ligeramente menor al del mismo mes del año pasado.

Por eso no hay que echar las campanas al vuelo y no hay que dar por hecho que el turismo, especialmente activo en agosto, ha entrado en la buena senda en Zamora, una provincia a la que le cuesta captar viajeros y con León suele compartir los puestos de abajo de la lista de turistas en Castilla y León. Aquí, precisamente, no hay problemas de masificación como en algunas ciudades y zonas de la costa, aquí no hay un movimiento de rechazo a los viajeros, todo lo contrario. Pero aún así los datos no acaban de despegar.

Y no se entiende que no ocurra así porque Zamora es una provincia atractiva para el visitante. Tiene mucho que ofrecer y no solo en patrimonio artístico y cultural. Es, además, la provincia pionera en Castilla y León en la creación de un patronato provincial de turismo, que funciona desde hace varias décadas. Si no acaban de llegar visitantes y no llegan en el número que se esperaba, el problema habrá que buscarlo en la oferta que se hace en el exterior, que no es atractiva o que es incompleta y no acaba de enganchar.

Zamora capital reúne el mayor número (más de una veintena) de iglesias románicas concentradas en un mismo núcleo de población. Mantiene rehabilitado un casco antiguo que es el mismo que en la Edad Media, donde destacan la Catedral, el Castillo, los puentes del Duero. El río conforma un paisaje urbano único, difícil de igualar; las murallas reúnen historia. leyenda y un encanto especial; los museos, especialmente el Provincial y el Etnográfico tienen un gran valor por lo que atesoran. Goza de una gastronomía singular, destacando las carnes (lechazo y cerdo), los quesos de oveja con denominación de origen y los vinos, amparados por cuatro marchamos de calidad. Es una ciudad para el paseo, para el relajo, para respirar.

La provincia es pequeña, pero muy completa. En poco más de 10.000 kilómetros cuadrados se hacen visibles la Castilla más genuina, las estribaciones de Portugal, de Galicia, paisajes diferentes, cambiantes, zonas donde se recogen mil litros de agua de lluvia al año y otras donde no pasan de los doscientos. Cuenta con dos parques naturales: el Lago de Sanabria, maravilloso y bucólico, y los Arribes del Duero, impresionante; dos reservas de caza: Las Laguna de Villafáfila, con una de las mayores concentraciones de avifauna de España y la más numerosa del mundo en avutardas, la Sierra de la Culebra, con el mayor censo de lobos de Europa en un espacio tan pequeño.

En Zamora tiene una gran proyección el enoturismo (con miles de pequeños bodegas que es difícil encontrar en otra provincia, lo mismo que su vitivinicultura salpicada de aportaciones del pasado, muy vivas y muy reconocibles. También tiene futuro el turismo ornitológico y de naturaleza. La despoblación humana está llenando la provincia de fauna salvaje. En una sola jornada es posible ver lobos y avutardas, pasar de la vegetación del bosque sanabrés a la estepa castellana, de los molinos de agua a los palomares.

Una gran oferta, sí, pero que no acaba de cuajar del todo. Y eso que las instituciones de la provincia llevan años participando en las ferias más señeras del sector como Fitur e Intur. Algo falla cuando a pesar de los esfuerzos realizados no se llena la provincia de turistas. Quizás la coordinación o los paquetes de ofertas, muy constreñidos a unos temas muy concretos,o la falta de conexión con los grandes operadores del sector.

Sea lo que fuere, hay que acabar de una vez por todas con este déficit. Zamora no puede seguir en el furgón de cola del turismo nacional. Las comunicaciones ya no son excusa, con dos autovías que cruzan la ciudad y una tercera posible en pocos años. Hay que sacarle jugo al AVE, traer turistas de Madrid, que es la capital que alimenta el censo de visitantes de la mayoría de las provincias de Castilla y León y Extremadura.

Zamora 10 incluye entre su decálogo de proyectos la promoción de la gastronomía provincial, con conceptos modernos y una gestión personalizada. Y, sobre todo, un plan integral de turismo, que incentiva la necesaria coordinación entre administraciones e instituciones para no duplicar servicios y dejar otros sin cubrir, que incluye la creación de rutas temáticas y una apuesta sin ambages por el enoturismo.

Esta provincia no se puede permitir el lujo de seguir sin aprovechar uno de sus mejores recursos. Es preciso explotarlo al máximo, dar a conocer las bondades de un territorio que tiene mucho que ofrecer y de una forma de vida que se echa en falta en las grandes ciudades. Zamora tiene mucha vida que enseñar.