en aquel tiempo democrático, al llegar a la región descristianizada de "Europa del Dinero", Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?".

Ellos contestaron: "Unos que un personaje del mundo antiguo. Otros que una mentira. Muchos que un hombre muy bueno. Algunos que el fundador de una ONG o una de las asociaciones de derechos humanos. Otros dicen que eres un gurú espiritual. Hay quien afirma que eres un curandero. Hasta algunos creen que eres el canalizador de la energía del universo. Muchos no han oído hablar de ti nunca. Otros dicen que no saben/no contestan. Otros que nunca exististe y eres un invento de los curas para sacar el dinero a la gente ignorante. A la mayoría le importas un pimiento".

Él les preguntó: "Y vosotros, católicos, ¿quién decís que soy yo?".

Todos se quedaron pensativos y en silencio, porque no sabían qué responder. Pero por hacer algo, porque algo había que hacer, unos decidieron organizar una Jornada Mundial de la Juventud, otros se pusieron a rezar una novena, y algunos fundaron una cofradía. Otros, más espirituales, parecían estar en profunda meditación mientras leían obras de Paulo Coelho. Hubo quien sacó el móvil y lo buscaba en Google.

Entonces, el obispo de Roma, el papa, tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Todos quedaron asombrados de una respuesta tan sencilla y no sabían de dónde la había sacado. Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, sucesor de Pedro!, porque eso no te lo han revelado ni los políticos de izquierda ni los de derecha, ni los ideólogos de género, ni los humanitaristas, ni los historiadores, ni los sociólogos, ni los psicólogos, ni Stephen Hawking ni otros científicos. Tampoco los tertulianos de la televisión, ni las revistas del corazón, ni Neymar el futbolista, ni un coach, ni un influencer de un blog de internet, ni nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del dinero y de las ideologías no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Y, como no se lo decían a nadie, nadie se enteraba, pero siguieron con sus actividades, porque algo había que hacer.