Pues sí, hay miedo, se nota, por más que los catalanes salgan a la calle a gritar -en catalán, claro- que no tienen miedo. Lo hay, porque todo el mundo está indefenso ante los terribles ataques terroristas que pueden producirse pese a las medidas de seguridad tomadas por las autoridades. Atentados como los de Cataluña se temían, se veían venir, porque se habían ido produciendo por toda Europa, ocho en un año, con un doloroso reguero de sangre y muerte. Se confía en las previsiones, en las fuerzas del orden, pero no siempre se consigue evitar el terrorismo que ha encontrado en el uso asesino de los vehículos de motor y en el acuchillamiento personal sus armas predilectas. En España, desde la terrible masacre del ll-M de 2004 en Madrid, se han desarticulado más de 200 planes de atentados y se han detenido a casi 800 yihadistas. Pero no habido suficiente, siguen ahí, están ahí, y ante su peligrosidad extrema todas las precauciones son pocas. Las manifestaciones de repulsa no hacen ninguna mella en ellos.

Sin embargo, en España, objeto de amenaza permanente del Estado Islámico y sus fanáticos, el nivel de alerta ante posibles atentados no se incrementa pese a la matanza de Las Ramblas cuyo autor, en fuga, fue abatido a tiros el lunes por la policía catalana. El asesino había matado a 13 personas y al conductor del vehículo con el que huyó. El trágico balance suma al final 15 víctimas inocentes. Pero se dejan las cosas como estaban: en nivel 4, que es considerado el máximo dentro de la normalidad aparente para no causar temores excesivos en la población. Se especulaba con que se iba a llegar ahora al nivel 5, que contempla la vigilancia del Ejército en las calles, instituciones, aeropuertos y otros lugares de probable máxima concentración humana. Pero no, esto no sucederá así y esperemos que no tenga que suceder nunca. Aunque haya otros países cercanos, que han sufrido en sus carnes atentados semejantes y que tienen a los soldados patrullando los espacios públicos, sin que la gente se asuste por ello y sin que ocurra nada. Pero ya se sabe que aquí lo que manda es la corrección política.

En cambio, al Gobierno y más en concreto al ministerio de Interior se le ha ocurrido una solución para aumentar la vigilancia y el control. Va a echar mano de la Policía Municipal, más de 60.000 hombres y mujeres en toda España, que añadirán este cometido prioritario a otras labores habituales, pues se les considera suficientemente preparados para cumplir esta misión destinada a potenciar la seguridad en las calles en colaboración con las fuerzas del orden. Al respecto, el Ministerio convocará a las Juntas locales de Seguridad a través de sus responsables para incorporar estos Cuerpos a la lucha antiterrorista. Parece una acertada medida y su aportación puede resultar positiva.

Pero no bastará y por ello se va a insistir en lo que ya se había ordenado y en las Ramblas de Barcelona no se cumplió: la instalación de bolardos que impidan la invasión de vehículos en las zonas de paseo y de concentración de personas. Algo que debe ser tenido en cuenta por el Ayuntamiento de Zamora que tiene instalados maceteros cerrando el paso en Santa Clara, pero hay mas sitios donde se necesitan.