Para la Zamora rural los meses estivales son la excepción poblacional. Hay pueblos, como Porto de Sanabria, que multiplican hasta por seis su número de habitantes y no hay comarca que no duplique, al menos, el censo de residentes. Un informe del Ministerio de Hacienda acaba de poner cifras a una realidad incontestable que año tras año se repite: todos los municipios zamoranos crecen en verano, lo que obliga a redoblar esfuerzos a los ayuntamientos para atender el aumento de la demanda de servicios.

El crecimiento de población en verano siempre ha sido bienvenido en Zamora. Aquí no hay ningún foco de contestación que se oponga a la llegada de visitantes. Todo lo contrario, la presencia de gentes venidas de fuera, la mayoría emigrantes que regresan por unos días o semanas a sus puntos de origen, es recibida con alegría. Los pueblos respiran por un tiempo y se tiñen de colorines, salen a la calle y recuperan las voces infantiles y juveniles que la mayor parte del año están desaparecidas.

El crecimiento puntual de población rural, sobre todo en los meses de julio y agosto, sirve para que la provincia se olvide por unas semanas del grave problema que la atenaza desde hace décadas, la sangría demográfica: 3.000 habitantes que desaparecen cada año, una caída que hipoteca cualquier posibilidad de desarrollo y que amenaza incluso la propia supervivencia de la provincia como departamento administrativo.

El retorno temporal de zamoranos que salieron de la provincia en la última gran ola de emigración en los años sesenta y setenta ya ha tenido consecuencias en muchos pueblos y las seguirá teniendo en los próximos años. Las actividades culturales y festivas de la mayoría de los municipios se centran en los meses de verano. Muchos pueblos se han "inventado" fiestas, colocándolas en el calendario, coincidiendo con la mayor presencia de personas, que rápidamente se han convertido en las celebraciones principales del lugar.

Los servicios municipales, para cubrir las necesidades de todos los residentes, son reforzados en julio, agosto y parte de septiembre. El consumo de agua se multiplica y lo mismo ocurre con otras prestaciones como la recogida de basuras. Esto produce ciertos desequilibrios y en el caso del abastecimiento, marcado por una sequía que va a más, hace que aumenten las averías. Los pueblos necesitan, por tanto, un mayor apoyo de la Diputación Provincial, que debe estar muy pendiente del crecimiento poblacional puntual para que no se produzcan deficiencias.

Pero lo que se echa en falta en los pueblos durante el verano, cuando reviven por la presencia de los emigrantes retornados y sus hijos, son actividades culturales que vayan más allá de los manidos programas de fiestas y de las semanas culturales, que suelen ser un calco y una repetición de actos nada originales y que se diluyen en el anonimato de la costumbre.

El verano, en general, se presta a la fiesta y a las actividades al aire libre. Pero en Zamora, precisamente porque la población crece, debería ser aprovechado para poner en marcha actos de más calado. No estaría de más programar jornadas y foros para analizar a fondo el gravísimo problema de la despoblación. Y hacer participar activamente a los emigrantes, que aporten ideas, aireen sus experiencias y avancen en la búsqueda de fórmulas que sirvan para frenar un proceso que, hasta ahora, se ha demostrado insalvable.

Si los pueblos recuperan por unas semanas parte de la vida que tuvieron antaño, estaría bien que dieran un paso más y aprovecharan esta circunstancia, intentando dar respuestas a una encrucijada que amenaza con hacerlos desaparecer. Sería muy interesante que un grupo de alcaldes, al margen de su militancia política si es que la tienen, comandaran una iniciativa en este sentido y comprometieran a expertos y emigrantes en dar respuestas prácticas que frenen la despoblación y aporten soluciones que no han sido capaces de dar partidos políticos, administraciones e instituciones.

La provincia nunca se ha aprovechado de la experiencia de los emigrantes, precisamente de quienes salieron de Zamora huyendo de la falta de oportunidades y han conseguido abrirse camino lejos de sus lugares de origen, en muchas ocasiones poniendo en marcha iniciativas que han creado riqueza y empleo en otras zonas del país. Resulta imprescindible aprovechar la experiencia de los zamoranos de la diáspora para aplicar en la provincia lo que han sido capaces de realizar en otras, crear las condiciones necesarias para el desarrollo. La fórmula es archisabida: si hay empleo, si hay despegue socioeconómico, hay población. Escuchemos a quienes han sido capaces de crear riqueza fuera y conocen las miserias de Zamora mejor que nadie.