Un poco sorprendido por la abrumadora presencia en las carteleras de los cines de todo el país de la película "Emoji: la película", me preguntaba y buscaba información sobre la misma. ¿Por qué tanta publicidad y tantas salas de cines programándola? Ya voy entendiendo algo. Debo comenzar por aclarar esta palabreja: emoji. Es un término japonés utilizado para designar imágenes usadas en medios de comunicación digital. Desde hace casi veinte años se usan en Japón, ahora están a disposición de los usuarios de cualquier dispositivo electrónico: correo, mensajería o redes sociales. El consorcio Unicode admite periódicamente la incorporación de nuevos emojis o emoticonos. Aunque estas modernas expresiones se usen como sinónimos, no lo son en absoluto. En 2001, la RAE añade la palabra emoticono, que proviene del inglés y procede de "emotion", que significa emoción e "icon", icono o símbolo, representa una cara humana hecha con puntos, guiones y otros símbolos del teclado. Por ejemplo, una cara sonriente se hace con los dos puntos, un guion y un paréntesis, :-) Los emojis son imágenes de caras, pero también de muchas otras cosas, desde animales o alimentos hasta fenómenos atmosféricos.

Este es un mundo con el que estoy muy poco familiarizado, hago esfuerzos y voy comprendiendo esos símbolos que aparecen en mi WhatsApp. Algunos interlocutores apenas utilizan palabras y debo adivinar qué me dicen interpretando esos dibujitos. Confieso que me molestan bastante y si alguien me quiere, prefiero que me lo diga con todas las letras que con un corazón rojo, aunque sea palpitante. Cuando aparece en algún mensaje la boñiga sonriente me quedo estupefacto, a pesar de haber cursado una asignatura titulada Hermenéutica y de leer a Gadamer.

Bueno, no veré la película mencionada, pero he visto algún tráiler y leído algunas críticas. Mis sospechas estaban fundadas. Se trata de una operación comercial y manipuladora destinada a los más pequeños, una invitación para que comiencen lo antes posible a consumir juegos y aplicaciones. Pronto veremos a los emojis que protagonizan la película en anuncios y en tiendas de juguetes, se cargarán de contenidos y serán famosos incluso fuera de las pantallas. Los niños y niñas deberán ponerse al día con los personajes, so pena de verse marginados del nuevo orden para el ocio y el divertimento que están fabricando. La historia que se cuenta no deja de ser chocante. Un emoji, llamado Gene, nació sin una expresión facial concreta, con lo que puede manifestar multitud de emociones. Eso está muy mal, él quiere ser como todos, normal y que cuando un usuario lo vaya a seleccionar, cumplir con su expectativa y no decepcionarle. Para conseguir el objetivo necesitan el código que otorgue a Gene una "personalidad".

La historieta apela una vez más a la indefensión infantil para convertir al futuro adulto en un clon consumidor. Ya hace bastante daño la factoría Disney con sus animalitos parlantes y su burdo maniqueísmo, como para que aumenten el asedio colonizador de sus mentes. Tenemos tarea, ardua, de dudoso éxito, tanto familias como docentes. Si no libramos esa lucha en las casas y en las escuelas, sospecho que los jóvenes de mañana serán un poco menos creativos y críticos, tendrán dificultades para comunicar sus emociones y para entender las de los demás y se mostrarán muy blanditos a la hora de enfrentar cualquier dificultad.

Una cosa para terminar, no acepto que a esta sopa de emojis o emoticonos le llamen lenguaje universal, no es ni lo uno ni lo otro. No es lenguaje porque no media la palabra, ni oral ni por escrito. Sólo puedo pensar representándome mentalmente conceptos y estos precisan de signos que los evoquen. Aquí radica lo que nos distingue. Lo expresó muy bien Aristóteles en "La Política": "?pero la palabra ha sido concebida para expresar el bien y el mal, y, por consiguiente, lo justo y lo injusto, y el hombre tiene esto de especial entre todos los animales". Tampoco es universal porque cada emoticono puede ser interpretado de diferente modo por cada usuario.

Parece que se pretende separar emoción y pensamiento, dando absoluta relevancia a la primera y despreciando la segunda. Grave error, sin la mediación del pensamiento jamás alcanzaremos la "areté", la excelencia.

No sé qué voy a pensar cuando en el próximo mensaje que reciba aparezca una caquita triste. Quizás estoy equivocado y de lo que se trata es de no pensar.