Lo de las aceras en las calles de Zamora ha sido siempre un mal endémico, y lo sigue siendo, pues nunca se acaban de arreglar y falta un servicio constante de mantenimiento. En los veinte años del PP gobernando el Ayuntamiento de la capital el problema se hizo más profundo, como los baches y desperfectos, sobre todo en los dos últimos mandatos donde la desidia y el descuido dejaron sus huellas en el estado, el mal estado, de la ciudad. Un problema más, entre otros muchos, con el que se encontró el nuevo equipo de gobierno municipal aunque ese, al contrario que otros varios de distinta índole y pelaje, ya se conocía, pues estaba a la vista de todos.

Con el riesgo consiguente de caídas y fracturas o lesiones o hematomas para el sufrido peatón. No se sabe si detrás del abandono que muestran las aceras de la avenida de Cardenal Cisneros, travesía pública con competencias del Estado, existe una mano negra, como acaba de acusar Guarido, el alcalde de la ciudad, pero puede haber alguna pierna negra como no se arregle su lastimoso estado actual. En verdad que andar por esas aceras es casi tan arriesgado como circular por la misma travesía, el mayor punto negro urbano de Zamora, con múltiples accidentes de circulación.

No comprende el alcalde, ni comprenden los ciudadanos, lo ocurrido para que ahora el Gobierno de la nación se sale por peteneras y cuando se le reclamen las obras de mejora de las aceras, tanto a requerimiento municipal como de los parlamentarios del PSOE, se aduzca del modo más surrealista posible que tales aceras carecen de funcionalidad vial, o sea: que nones. Toma ya. Como es una avenida de titularidad pública, el Estado se encargará si es preciso de la calzada, pero no de las aceras, eso es lo que vienen a decir, una repuesta del todo inaceptable. En resumidas cuentas, atención para los conductores, pues, pero a la gente de a pie, que la den.

Perplejidad en Zamora ante el disparate, ante esta salida de tono. Y cunde, naturalmente, cada día más, la sospecha, tan sostenida, de que el Gobierno del PP se niega no a favorecer sino a hacer justicia, a un Ayuntamiento de izquierdas y encima con un alcalde de IU. Por eso mismo se refiere Guarido a una mano negra que en las alturas trata con sectarismo a la capital zamorana buscando que en elecciones próximas puedan volver los gobernantes de antaño pese al mal recuerdo dejado como las elecciones municipales de 2015 dejaron bien a las claras con la derrota de la candidata popular.

Porque lo más chusco es que apenas iniciado su mandato el nuevo alcalde se reunía con el subdelegado del Gobierno, García Bermejo, político del que se alaba su talante y su disposición a la colaboración entre partidos, y entre otros problemas le planteó el mal estado de Cardenal Cisneros. Ante lo cual, pronto se iniciaron las obras de mejora en el lugar, pero tan prontamente como empezaron se interrumpieron, dejando las aceras como estaban y como están. No sería de extrañar por tanto que, como dice Guarido, el subdelegado hubiese recibiese un tirón de orejas. Algo tendría que decir el PP local.