Este hombre, Rajoy, es como Felipito Tacatún, aquel personaje cómico de la televisión de hace décadas que se hizo popular por su famosa frase: "Yo sigo". Aún se le recuerda, gracias al presidente del Gobierno, dispuesto a continuar viviendo de la política, como ha hecho siempre, hasta que no pueda más o le echen sus adversarios políticos, de fuera o de dentro. Si al comenzar las vacaciones y tras su muy optimista balance de la situación del país, dejaba entrever que se sentía bien, que se sentía con ganas y fuerza para continuar cuanto pudiese, finalmente no lo ha dejado entrever si no que ha reafirmado tal posición y convicción, declarando su disponibilidad a seguir ganando elecciones para el PP.

Tal aseveración, efectuada tras visitar al Rey a quien aseguró lo mismo, ha causado la natural alarma, no digamos social, pero casi. Y es que Rajoy es el político peor valorado desde siempre, tanto en el poder como en la oposición. Cae mal, sencillamente, y carece de la menor credibilidad tras tantas y tantas promesas electorales incumplidas cínicamente: no se tocarían las pensiones, no se tocarían los sueldos, no subirían los impuestos, se acabaría con el despilfarro de las locas autonomías, y más, pero no hizo nada de esto sino todo lo contrario, congelando salarios y pensiones y subiendo los tributos. Ole tus narices, Rajoy. Se mantiene en Moncloa gracias a Pablo Iglesias, el de Podemos, que imposibilitó lo que estaba al alcance de la mano: un Gobierno PSOE-Ciudadanos que hubiese hecho el cambio deseado por el 70 por ciento del electorado según los resultados de las urnas. Pero no solo, porque antes, cuando gozó de la mayoría absoluta, demostró ya su entreguismo no tocando ninguna de las malas leyes del nefasto Zapatero, que tanto daño han hecho y continúan haciendo al país y a mucho de su paisanaje. Ahora, en minoría y con una recuperación económica basada en la precariedad del empleo creado, y con una inquietante posibilidad PSOE-Podemos detrás, aún se engalla y manifiesta su deseo de continuar siendo el presidente de España y del PP cuando esta legislatura termine, no se sabe cuando.

Hay un problema, y es que en el pacto firmado con Rivera, el líder de C´s, Rajoy se compromete a no estar más de ocho años en el poder. Es el mismo acuerdo que está firmado con Cifuentes, la presidenta de Madrid quien siempre ha asegurado que cumplirá con lo convenido. Ya se lo han recordado desde el partido de derecha, centro, o lo que sea, que no se sabe lo que es, pero los populares nunca disimulan el desprecio que sienten hacia sus salvadores.Y aunque Rajoy ni ha replicado al recordatorio de C´s sobre las condiciones del pacto que le sostiene, desde Galicia ha saltado Feijóo, considerado como el delfín sucesor natural de Rajoy cuando llegue el momento, para echar un capote al jefe afirmando que limitar los mandatos, aunque esté firmado, es un ataque a los derechos civiles de las personas. Todo vale, pues. Resulta así un tanto preocupante que un personaje como el presidente de Galicia pueda ser un día presidente del Gobierno de España. Pero es lo que hay. La que pudiera ser una buena candidata para la sustitución, Cristina Cifuentes, se ha quedado en el camino, al pasarse de rosca en su liberalismo.